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Por Eduardo López Betancourt
Como todo dictador, bajo ningún concepto Nicolás Maduro dejará el poder, a pesar de existir graves indicios de que perdió en el pasado proceso electoral. Al respecto, gobernantes de diferentes países han considerado que las votaciones fueron una verdadera farsa, donde hubo fraude y, por lo cual, de forma sumamente “sospechosa” se le dio el triunfo a Maduro, quien desde hace 11 años se mantiene, como una especie de “legado” de Hugo Rafael Chávez Frías, quien duró 14 años siendo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Sin duda, Maduro es considerado heredero de la “Revolución Chavista” y desde siempre ha sido cuestionable su permanencia, tengamos presente que, por momentos, su opositor en el año 2019, Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez, se declaró Jefe de Estado y hasta recibió el reconocimiento de otros mandatarios, al mismo tiempo que Maduro se desempeñaba como Jefe del Ejecutivo. Nótese, dos presidentes venezolanos.
Ahora, nuevamente Maduro, a quien se le ubica en gran parte del mundo como usurpador y tiránico, se encuentra en el “ojo del huracán”. Lo verdaderamente trágico, cómico y un evidente abuso, es que, un juez dictó orden de aprehensión contra su ahora opositor, Edmundo González, diplomático que se asegura le ganó a Maduro por un amplio margen. A petición de la Fiscalía General se le señala a González por los delitos de usurpación de funciones, forjamiento de documento público, desobediencia a las leyes, delitos informáticos, asociación para delinquir y conspiración. Se le culpa de muchos delitos contenidos en el Código Penal Venezolano.
Resulta por demás lamentable que siga la costumbre de meter a la cárcel a los opositores. Rusia, Perú y Ecuador, son solo algunos ejemplos de esta conducta injustificable. Algo impactante, es que Maduro, un hombre corpulento, de voz fuerte, acusa a González de “cobarde”. Nos recuerda a una hiena, que de sus fauces escapa un ratón y por ello le grita “cobarde”. Vaya espectáculo de Maduro.
