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Por Salvador Chiprés
Nuestra generación vio su inicio y progreso, así como sus accidentes y prácticas. En lo general, instrumento de civilización económica y espacio de socialización, subidos ambos en el convoy de la función del transporte, el Metro es indistinguible del cuerpo de la ciudad. Es arteria privilegiada con un subsidio del 77 por ciento.
En “Nada, nadie: las voces del temblor”, Elena Poniatowska narra cómo tras el terremoto de 1985 el Metro de la Ciudad de México fue refugio para quienes perdieron sus hogares y un símbolo de fortaleza al ser de los primeros servicios en reactivarse.
Este 4 de septiembre cumple 55 años. Ha sido el espacio democrático. Ahí conviven diariamente más de cuatro millones de personas de todos los deciles económicos y preferencias políticas.
No hay privilegios ni lugares reservados, salvo los exclusivos para mujeres y personas vulnerables. El director del servicio, Guillermo Calderón, realiza un magnífico trabajo no solamente en la gestión sino en la colaboración con instrumentos como el gabinete de seguridad, encabezado por el Jefe de Gobierno Martí Batres, al cual asiste diariamente al promoverlo también como un contribuyente de la mejora general en esa materia registrada en la capital nacional.
Un estudio de Essential Living, presentado el año pasado, coloca al Metro CDMX en el cuarto sitio entre los 10 mejores del mundo, luego de evaluar factores como la accesibilidad, horarios de operación, reglas para viajar, conectividad, confort, relación calidad-precio, infraestructura y capacidad. Por arriba están Seúl, Shanghái y Tokio.
Clara Brugada, la próxima mandataria, ya ofreció renovar sus líneas de servicio. Un día deberá revisar el destino del subsidio: ¿es para la CDMX en más de 50 por ciento en contraste por el recibido por los habitantes del Estado de México?