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Por Salvador Guerrero Chiprés
Una llamada telefónica para corroborar datos en apariencia generales, como la dirección, puede ser el comienzo de una estrategia para obtener información para extorsiones o fraudes.
Esa situación es más empleada con las personas adultas mayores, sobre quienes persiste el prejuicio de una mayor vulnerabilidad al engaño.
Frente a esa creencia, desde la ciudadanía es posible fortalecer la cultura de la prevención e interrumpir el ciclo delictivo de la extorsión y el fraude, dos de los delitos de mayor prevalencia en el país.
Hoy se conmemora el Día de las y los Abuelos, también llamado Día Nacional de las Personas Adultas Mayores, una efeméride para el análisis de aquello que hacemos para procurar la seguridad de ellas y ellos.
Los datos del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México —donde operamos el programa Dignidad Mayor a través de la Línea Plateada o Chat de Confianza, 55 5533 5533— revelan que prácticamente la mitad de los reportes por extorsión relacionados con ese grupo etario se refiere a llamadas de sondeo, a través de las cuales los delincuentes buscan información relacionada con sus víctimas.
En las personas de otras edades ese tipo de interacciones representa apenas el 17 por ciento.
Conocer los datos y modus operandi ayuda a generar medidas preventivas que fortalecen las estrategias institucionales contra el delito. En la capital nacional, con la apertura del Jefe de Gobierno, Martí Batres, a la inteligencia ciudadana, se ha contribuido a una disminución de las extorsiones de 45 por ciento en cinco años.
El modelo de seguridad, a continuar y fortalecerse con Clara Brugada en el gobierno capitalino, genera expectativa de mejoría.
Recodarles a las personas adultas mayores la importancia de no proporcionar información a desconocidos, aunque juren ser sus nietos, es una oportunidad para interrumpir la cadena extorsiva.
Así tendremos abues contra la extorsión.