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Por Eduardo López Betancourt
Para proteger a la población de riesgos inminentes, se habilitó el número telefónico 911, para llamadas de emergencia; sin duda es algo excelente que busca precisamente, que cualquier ciudadano en peligro logre el apoyo policiaco, simplemente marcando tres números. De esta manera, ante el llamado, unidades policiacas, de la Cruz Roja y Bomberos, se desplazan al lugar requerido para brindar el auxilio.
Lo grave de ello, es el mal uso que algunos usuarios le dan al número de emergencia; se afirma que el 75% de las llamadas que se reciben son falsas, circunstancia sumamente preocupante. Se hace indispensable combatir este hábito de mal gusto, de inicio, creando conciencia social, ya que, el movilizar a los medios de apoyo ante una falsa alarma, implica gastos innecesarios; lo más lamentable, es que se deje de atender o se retrase la atención a peticiones que realmente implican riesgo para las personas y aún para aspectos materiales.
El 911 fue creado para salvar vidas y proteger la integridad de las personas. Resulta perverso no entender su relevancia, ni darle el manejo adecuado.
Se supone, pero esto es solo teoría, que quienes hagan solicitudes mal intencionadas, se les deba sancionar, por desgracia no existen los mecanismos adecuados para actuar de forma estricta contra quienes abusan de la línea de emergencias. Debe valorarse el actuar enérgicamente contra estos irresponsables, de inicio, suspendiéndoles el servicio telefónico.
En otros países, las llamadas de emergencia resultan de suma utilidad y por supuesto, logran otorgar el apoyo para personas que están siendo víctimas de un delito o reclaman auxilio médico con urgencia. En este tema, debemos avanzar y garantizar que marcar el 911 será de gran valor y utilidad para todos.