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Por Eduardo López Betancourt
Cotidianamente se da a conocer que personajes relevantes en el mundo de las drogas son detenidos y enviados a Estados Unidos, donde son sujetos a un sistema estricto que por regla general les impone sanciones ejemplares. Lo anterior, desde el punto de vista jurídico es discutible, dado que la reglamentación precisa que los mexicanos que cometen ilícitos en el extranjero, deben ser juzgados en México, pero la práctica ha sido contraria. Al dar a conocer el rostro de los capos, a través de los medios de comunicación, debemos dudar que sean los verdaderos, esto es, aquellos que trafican con sustancias mortales para el creciente número de consumidores.
Hoy por hoy, la droga mantiene un sistema de distribución perfecta, con toda precisión y puntualidad llega a los adictos; nótese, se dice que hay un combate y hasta se habla de una “guerra” contra las adicciones, donde los gobiernos de todo el mundo se ufanan de capturar a los supuestos grandes narcotraficantes y de realizar decomisos importantes, pero tales acciones son insulsas, los estupefacientes siguen llegando sin mayor conflicto.
Nuestro País es muestra del aumento del fenómeno de las drogas. Hace unos 50 años, algunas zonas de bajo sector económico eran las que consumían mariguana, inclusive se les señalaba de manera despectiva “mariguanos” a soldados rasos, cargadores, etc. Con el tiempo, la hierba llegó a los más altos niveles sociales; en el mismo renglón, para esa época, se hablaba de que países europeos y Norteamérica tenían adeptos a la cocaína y heroína; por el contrario, en México se sabía muy poco que su población tuviera inclinación por esos estupefacientes.
Hoy por hoy, hasta los niños son adictos y no existen políticas adecuadas para impedirlo. Es importante puntualizar que los verdaderos capos de la droga, son personajes de alto rango de la política y la economía a nivel mundial, que gozan de plena inmunidad, así, a quienes detienen y sancionan en realidad son sus empleados.