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Por Salvador Guerrero Chiprés
Los empresarios caminan junto a la 4T, velan por sus intereses gremiales, los de la comunidad y expresan las peculiaridades de su agenda.
Liderazgos críticos y capaces de tender puentes son el sello de la cúpula patronal en relación con la ciudadanía y autoridades. El cambio de régimen ha dejado a muy pocos fuera de la interlocución cotidiana indispensable aun cuando se ha modificado el modelo de interactuar a partir del cambio de régimen iniciado en 2018.
A menos de dos meses de cumplir 95 años de presencia nacional y 26 en la Ciudad de México, la Confederación Patronal de la República Mexicana es un ejemplo. Adalberto Ortiz Ávalos (Adal, le llamamos), quien ayer tomó protesta como presidente de la Coparmex CDMX es uno de esos liderazgos dialogantes.
Sustituye a Armando Zúñiga Salinas, una gestión de cuatro años consecutivos caracterizada por el carácter crítico sin alarmismo, la sana interacción con el poder político y el impulso a las oportunidades generadas por el nearshoring, así como su participación generosa y destacada en el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX.
Coparmex ha mostrado una equilibrada interlocución con los jefes de Gobierno, primero con Claudia Sheinbaum y posteriormente con Martí Batres —quien tuvo en Fadlala Akabani, titular de la Sedeco, su representación en la toma de protesta de Ortiz Ávalos—, así como en el reconocimiento a la voluntad de Clara Brugada para fortalecer el atractivo de la capital nacional.
La mejora en los indicadores económicos y de incidencia delictiva no depende solo de políticas de gobierno, se construye con valores empresariales, trabajo en paralelo con ciudadanía y autoridades. Se hace a partir de perfiles y de compromiso como el señaladamente destacado de Zúñiga Salinas, un empresario dedicado a la provisión de seguridad a corporativos, protagonista de un cuatrienio privado que concluye con el sexenio público.
