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Valor Civil | Colegios y barras

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POR EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT

Sin duda, los abogados son los profesionistas más desorganizados. Se trata de un gremio en el que por sistema se destruyen, hablan mal y son feroces críticos de las actividades que realizan sus colegas. En el amplio mundo del litigio, cuando a un “leguleyo” se le pide su opinión sobre el trabajo de otro, lo cotidiano es que descalifique el esfuerzo y sin más, señale: “este licenciado es pésimo, debió dedicarse a otra cosa…”; en comparación, los médicos jamás hablarán mal de un compañero, por el contrario, siempre lo justificarán.

A diferencia de otros, los abogados no cuentan con agrupaciones serias, en su mayoría responden a intereses particulares, de allí la gran cantidad de Barras y Colegios. Alguna vez se me preguntó, ¿Cuántos abogados y asociaciones existían en la CDMX? Con riesgo de equivocarme, afirmé que podría haber 50,000 profesionistas y 50,001 sociedades, precisé en plan de broma: “esto porque un abogado formó dos asociaciones”.

En diversidad de lugares del mundo, las Barras y Colegios, son únicos, gozan de fuerza y respeto. Nadie que no cumpla con las reglas éticas y más aún, de conocimientos, puede litigar y representar en tribunales a las partes en conflicto. En México es más fácil ser abogado y tener una cédula, que una licencia de manejo, por la infinidad de escuelas “patito” incorporadas fraudulentamente a dependencias educativas.

Sin duda, la desorganización de juristas conviene a todo un sistema (particularmente áreas gubernamentales), ya que así, para nada son tomados en cuenta, sus opiniones solo se prestan para el exhibicionismo. Tengo muy presente el caso de Puerto Rico, donde he asistido a impartir conferencias y me impacta el poder que tiene el único Colegio de Abogados, que inclusive puede vetar nombramientos de jueces y leyes; lamentablemente tal posibilidad en México, es imposible. Cada abogado es un “sabelotodo”, un personaje al que la ética, la decencia y el respeto, le son inalcanzables. Por supuesto, como en todo, hay casos de excepción, litigantes que hacen honor y son ejemplo de calidad humana.

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