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La Plaza organizó su primer encierro, lo anunció con bombo y platillo, sin embargo, el tiempo de espera y el desorden imperaron en el evento
Ana E. Rosete
Grupo Cantón
La Plaza de Toros México anunció, con bombo y platillo, su Plamplonada 2024, la cual se llevó a cabo el sábado 13 de julio.
Las redes sociales de la Monumental se llenaron de publicidad anunciando el primer gran encierro en el interior de su edificación, no obstante, aquello resultó un total fracaso.
Mario Zulaica, enfundando en un pantalón blanco con una playera del mismo color, caminaba de un lado a otro de la plaza gritando fúrico, el alcanzaba a percibir desde antes de comenzar que su evento estelar no resultaría como él esperaba.
Los corredores, niños, niñas y hombres así como mujeres de todas las edades esperaban ansiosos la apertura de las puertas para poder correr y no ser alcanzados por un toro.
Nada de esto sucedió, nada les valió la pena y muchos terminaron enojados por el rotundo fracaso debido a la mala organización que hubo del evento.
Que si el primer cuete es para avisar, que si el segundo es para que corran, que si el tercero es para avisar que un toro alcanzó al primer corredor; la emoción tanto de los espectadores como de los corredores se podía oler, la adrenalina flotaba en el lugar.
Con un megáfono, con el que claramente los corredores no alcanzaron a escuchar las indicaciones, fue como personal de la Plaza México intentó hacerle saber a la gente lo que sucedería, esto también resultó mal.
Los corredores salieron al primer cuetazo, pero la puerta se atascó y los 750 metros parecieron nada pues cuando los toros apenas iban saliendo los corredores ya estaba en el ruedo.
En las gradas se escuchaban las rechiflas y uno que otro corredor si se quedó a esperar a los toros que no despavoridos ni enojados salieron a correr para darle la vuelta al circuito y llegar a donde los torearían horas más tarde.
Todos estaban enojados, todos. Los 500 pesos que les cobraron a los corredores no valieron de nada, los 750 metros más caros de la historia, decían algunos.
Lo prometido sigue siendo deuda y así se quedará.
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