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Por Ricardo Sevilla
Norma Piña está fuera de control. Fuentes al interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aseguran que ayer, sin escuchar recomendaciones, se montó en su macho y ordenó a sus asesores que le redactaran un “posicionamiento”. Acto continuo, nos aseguran, pidió que encendieran el telepromter y, desde su oficina en la Corte, hizo un llamado los trabajadores del Poder Judicial.
Lamentablemente, víctima de sus arranques, lo que Norma Piña hizo fue lanzar un llamado a la rebelión.
La ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, tratando de enmascarar sus recónditas intenciones, hizo un llamado a la sublevación.
Su objetivo, que a todas luces es un despropósito, es amagar al Gobierno Federal y a los legisladores para que no avancen en la reforma al Poder Judicial.
Desesperada por que las altas cúpulas del Poder Judicial conserven sus privilegios, Norma Lucía ha hecho una locura: tratar de lanzar al frente de batalla a los trabajadores del TEPJF, el Consejo de la Judicatura, la SCJN y del Tribunal Agrario.
Nos dicen que sus allegados trataron de convencerla, pero no obtuvieron buenos resultados porque esto, para ella, se ha convertido en una cuestión personal.
Norma Piña ha dicho que son momentos trascendentales. Y uno se pregunta: ¿trascendentales para qué? ¿O para quién? Y la respuesta es sencilla: para ella y para que los ministros, magistrados y juzgadores, traten de manipular a los trabajadores del Poder Judicial.
“Los quieren utilizar para que salgan a pelear una batalla que, en el fondo, no es de ellos. Lo único que pretende Norma Piña es defender los jugosos beneficios que, desde hace décadas, recibe el Poder Judicial”, nos aseguran.
La ministra Piña quiere engatusar a los trabajadores del Poder Judicial. Les quiere vender la idea de que hay un presidente (AMLO) malvado, cuyo objetivo es boicotear los derechos que han ganado. Y por eso, pide unidad y hacer un frente común para resistir y combatir.
Pero Norma Lucía miente. En el fondo, lo único que está haciendo es defender, garras y colmillos, los (muchos) privilegios que tienen ella y su grupúsculo. Y, por eso mismo, hay que alertar a los trabajadores del Poder Judicial: ¡para que ya no les mienta!
