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Por Ricardo Sevilla
Ha estado circulando un supuesto reportaje que Peniley Ramírez publicó en el periódico Reforma.
Se trata de un texto que, dicho sea rigurosamente, carece de todo atributo periodístico. En ese artículo, donde menudean las opiniones, no hay rigor en el tratamiento ni en la forma. Todo es especulativo y sospechosista, como dirían los panistas.
Peniley, desde el fangoso terreno de la especulación y la imaginación desbordada, nos dice que a ella, a su vez, le dijeron que hace algunos meses una fuente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores buscó “discretamente al periodista Víctor Trujillo para decirle que la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda (UIF) estaba investigándolo”.
Ninguna prueba acompaña estas imaginerías.
Sin embargo, Carlos Loret de Mola, el desdibujado personaje que es apodado “lord montajes”, ha aprovechado ese rumor para tratar de sacar raja y presentarse como un perseguido.
El mendaz personaje, que ha hecho de la falsedad y el ataque su sello distintivo, salió a lanzar una catarata de descalificaciones que incluyen una diatriba contra Mario y otra contra el gobernador tamaulipeco Américo Villarreal, y una más contra el ex director de Aduanas, Ricardo Peralta.
Loret repite los tópicos de Peniley Ramírez. Acusa, señala y condena desde el capricho.
Lo cierto es que no hay pruebas ni datos duros que sustenten los señalamientos de estos personajes.
Que se está a Carlos Loret, a su esposa, a Víctor Trujillo y a dos empresas de Latinus, dicen.
Suponiendo, sin conceder, que esta investigación estuviera en curso, la pregunta es: ¿por qué demonios tendríamos que condenar que se investigue el extraño financiamiento de Latinus?
Ahora resulta que la Unidad de Investigación Financiera no puede investigar el financiamiento evidentemente opaco de LatinUs. ¿Por qué no?
Las fuentes de Roberto Madrazo han sido, por decir lo menos, opacas. Y como cualquier otra empresa, los propietarios deben transparentar sus ingresos.
Si LatinUs fuese una empresa legal, no tendrían porqué sentirse agraviados. Y no tienen por qué sentirse intimidados ni perseguidos. En México hay un dicho del pueblo que reza: el que nada debe, nada teme.
¿Será que, en su burbuja de privilegios, no lo conocen?