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Arreando al elefante | ¿Quién pagará los platos rotos?

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De la furia y encono pasaron a la vergüenza ajena, las notas a ocho columnas que magnificaban la violencia, los mayores incitadores al encono del pueblo, los verdaderos engañadores, hoy se desmarcan y bajan el tono señalando a Claudio X como el principal responsable de la derrota, otros a Xóchitl por “abandonar el barco” y volver al senado, no era cosa de perder el jugoso bono de fin de período.

La irresponsabilidad de TODOS, comunicadores, intelectuales, dueños de medios y articulistas que intentaron manipular a la opinión pública, envenenando el camino de una elección tan importante por privilegiar sus propios intereses. Es curioso ver las maromas que están dando algunos para desmarcarse, pero eso no les quita la responsabilidad de haber inoculado el odio en un sector de la población, de intentar incendiar las calles, de llenar los medios con basura, libros con acusaciones sin pruebas, asesinatos (casi todos de morenistas), atentados y autoatentados, pozos agua contaminada y mucho más.

Ese intento de desestabilización, secundado por los que ahora llaman a “reconocer” lo inevitable no puede quedar impune, en estos meses de campaña hemos visto pasar carretadas de dinero en apoyo a una candidata sin futuro y una coalición sin proyecto.

¿Y los muertos, los ataques violentos, el odio sembrado? Lo pagaran los Alazraky, los Levario, los Camín, los Krauze, las Piña o los Derbéz? La contundencia del triunfo no quita el hecho del atentado a la seguridad nacional y sus consecuencias, orquestado por un pequeño grupo de “abajo pesantes”.

Si bien este gobierno apostó por la libertad de expresión, la respuesta fue el libertinaje y el abuso. Lo estamos normalizando y no debe ser, no merecemos eso como sociedad.

Más allá del repudio público que seguramente se reflejará en ratings, sería sano que el gobierno que empieza, fincara responsabilidades morales, sociales y hasta jurídicas y les recordara que, el tener una voz y un medio implica la gran responsabilidad de manejarse con honestidad, con verdad y con el equilibrio ético que representa el compromiso de quien nos lee, nos escucha o nos prefiere como informadores. Regular un medio no implica de ningún modo limitar la libertad de expresión, sino el de apegarse a la ley y la constitución que evidentemente violaron.

Ana María Vázquez

Escritora

@Anamariavazquez

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