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Arreando al Elefante | ¡Descarados! ¡Miserables!

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Por Ricardo Sevilla

La derecha está inconsolable. No dan crédito a la realidad. Claudia Sheinbaum ha ganado las elecciones y, en unos meses, será la primera presidenta constitucional en toda la historia de México y Norteamérica.

Claudia Sheinbaum Pardo ha ganado de manera rotunda y Xóchitl Gálvez, en cambio, ha perdido de una manera ominosa y vergonzante.

La candidata de la derecha tuvo que hacer de tripas corazón y salir, al lado de Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, a reconocer la derrota.

Sin embargo, reconocer no es lo mismo que aceptar.

Y es que los comentócratas, que viven en una realidad alterna, todavía no aceptan lo que tienen ante sus ojos. Están tristes, desolados y a punto de estallar en llanto.

De hecho, Héctor Aguilar Camín, uno de los críticos más burdos y recalcitrantes de la Transformación, estuvo a punto de lloriquear en los estudios de Televisa.

El dueño de Nexos se mostró desencajado e iracundo, le temblaba la voz y la mandíbula. El intelectual salinista, como muchos otros chayoteros, están desconcertados. Y en su naufragio solo atinan a esbozar risitas nerviosas y desencajadas. No quieren asimilar lo que está ocurriendo.

Y eso se debe al total desconocimiento de la realidad. “Qué pasó con las supuestas clases medias agraviadas?, se ha preguntado el desbrujulado Héctor de Mauleón en los estudios de LatinUS. Y el tipo ha tenido que reconocer, con ese dolor que solo produce el fracaso, que él y sus compinches de la derecha, se la pasaron creando mitos y fantasías.

Y así fue precisamente: se la pasaron creando un mundito de ficción, una narrativa repelente e impenetrable que solo cabía en sus cabezas huecas. Y han pagado caro su onanismo. La victoria de

Sheinbaum los ha descalabrado.

Engolosinados (y extraviados) con una realidad que no logran entender, se preguntan en la derecha: ¿por qué perdimos? Y la respuesta requeriría hacer una enorme lista de yerros: engañaron, mintieron y estafaron al pueblo; defraudaron, traicionaron y robaron a la sociedad, evadieron impuestos, traicionaron a las familias, desvalijaron al país y comenzaron a venderlo a pedazos. Y todavía se preguntan, los tarados: ¿qué hicimos? ¡Descarados! ¡Miserables!

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