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Por Ricardo Sevilla
El pasado 1 de marzo, las campañas por la Presidencia de México dieron inicio oficialmente. Desde entonces, las candidatas Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y el aspirante Jorge Álvarez Máynez realizaron sus recorridos, presentando sus propuestas políticas y buscando convencer a los votantes con miras a obtener su voto el próximo 2 de junio.
Claudia tomó ventaja, desde el principio.
Y ayer, en su cierre de campaña, Sheinbaum lo volvió a demostrar.
Este columnista acudió y pudo presenciar, en vivo, el enorme apoyo del pueblo mexicano. Y mientras su servidor avanzaba entre la marea humana que inundó las calles aledañas al Zócalo capitalino, los gritos de “¡Presidenta! ¡Presidenta!” resonaron.
Fue un clamor que se escuchó al unísono, aclamando a quien, sin duda, será la primera presidenta en la historia de nuestro país.
El Zócalo lució abarrotado. No cabía ni un alfiler.
El apoyo fue absoluto.
Y hay que decirlo con todas sus letras: quienes participaron, no fueron bots ni seguidores artificiales. Se trató de pura gente de a pie; de miles de personas que conforman el pueblo de México, un pueblo que ayer decidió salir a las calles para demostrar su respaldo a Claudia Sheinbaum.
La oposición, que había estado insistiendo en que Claudia no llenaría el Zócalo, se tuvo que enfrentar a la realidad dura, cruda y contundente.
Y es que la marea humana que ayer inundó las calles fue prueba irrefutable del apoyo popular que Claudia logró cosechar a lo largo de su campaña.
Y, justamente por eso, la oposición ya huele la derrota.
Por aquí y por allá se escucharon vítores y gritos de apoyo a Claudia Sheinbaum.
Al aparecer en escena, la exjefa de Gobierno de la CDMX se abrió paso entre la multitud, saludando a las personas, siempre con una sonrisa que refleja la confianza y determinación que la han caracterizado a lo largo de su trayectoria política.
Algo más llamó mi atención: el mensaje de Claudia fue, en todo momento, de esperanza. Y eso es precisamente lo que ha hecho la diferencia.
Y es que Xóchitl, durante toda su campaña, pretendió inocular miedo y rencor entre las personas. Y eso significará la derrota del conservadurismo y la victoria de la Transformación.
