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Se trata del periodismo de especulación, que mezcla algunos hechos reales con elementos especulativos y ficción para crear una realidad alterna, con el objetivo de envolver al lector y persuadirlo de que todo es rigurosamente cierto.
Una mezcla particularmente interesante, si se utiliza para el golpeteo político, una herramienta para el golpe blando y en este momento, los tiempos electorales son propicios hasta para vender un libro y convertirlo en Bestseller.
“Casualmente” Anabel Hernández, anuncia “La Historia Secreta”, en su portada se destaca el rostro del presidente junto con varios narcos y una mujer, la actual alcaldesa con licencia de Elota Sinaloa por el PT, impulsada por Rocha Moya. Una foto tomada en Palacio Nacional el día de la mujer y el ser de Sinaloa, bastaron como elementos para ponerla en la portada.
Desde principios de año se ha intentado instalar en el pueblo la narrativa “narco presidente”, un hashtag con bots pagados que acompañó a una filtración de la DEA a Anabel Hernández, Pro Pública e Insight Crime, en la que se especulaba sobre la participación económica del narco en la campaña de López Obrador; sin embargo, Hernández había sido categórica en 2018 al declarar que no había encontrado NADA “Me pasé muchas semanas investigando (…) te puedo decir como periodista experta que yo Anabel Hernández, no he encontrado nada que tenga que ver con ese enriquecimiento ilícito (…)”
“Si yo pudiera demostrar que este tipo que se hace pasar por muy honesto (…) es un corruptísimo, que es un farsante, sería la historia que cualquier periodista quisiera contar”. Luego vino el Culiacanazo, y la liberación de Ovidio por decisión presidencial: “vale más una vida que un delincuente”, dijo entonces ante la guerra que se desató en la zona. Ovidio fue capturado después y extraditado.
“Saludó a la mamá del Chapo”; el presidente declaró ante el anuncio de la llegada de Consuelo Loera: “Un adulto mayor merece todo mi respeto, independientemente de quién sea su hijo”. Para armar una ficción hacen falta pocos elementos como los que aquí menciono y mucha imaginación, suficientes para escribir una novela con tintes realistas pero ninguna prueba.
De lengua, Anabel se sigue comiendo un taco.
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