219 lecturas
Por Ricardo Sevilla
Xóchitl Gálvez volvió a pegar su chicle masticado. La candidata de la derecha, en una actitud soberbia y repulsiva, se sacó de la boca su goma de mascar y se la puso directamente en la mano a una de sus asistentes. La joven, reprimiendo un gesto de asco, tuvo que recibir el chicle mascado, chupado y ensalivado.
Desde luego, semejante asquerosidad fue recibida con una auténtica ola de críticas en redes sociales.
Hubo quien la llamó “sucia” y hubo otros más audaces que le calificaron con palabras más fuertes.
Xóchitl parece haber olvidado que vivimos en la época de la tecnología y que casi todas las personas tienen dispositivos móviles capaces de captar hasta el más mínimo detalle. Pero ella, lamentablemente, parece vivir en una burbuja.
Recuerdo haber leído que un estudio de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, reveló que un 10% de las bacterias que habitan en nuestra boca se quedan pegadas en un trozo normal de chicle, lo que significa que una simple goma de mascar puede albergar hasta 100 millones de bacterias.
Pero eso no parece importarle a la candidata presidencial de la derecha.
Es cierto que esa grotesca actitud pone por los suelos la imagen pública de Gálvez. Pero la actitud de Xóchitl va más allá de un simple desaliño. Su actitud refleja un completo desprecio por la gente.
¿Qué necesidad había de que colocara ese chicle ensalivado en la mano de la joven que la asiste? Ni siquiera lo dudó y eso revela una absoluta discriminación por el trabajo de sus colaboradores.
Se supone que los candidatos, para ganar y conectar con la población, deben intensificar sus esfuerzos por ganarse la simpatía de los votantes y demostrar su capacidad de empatía con la gente.
Pero eso le ha importado un comino a la candidata del PRIAN. Y eso, que en sí mismo ha sido un acto repulsivo, nos revela quién es Xóchitl Gálvez de cuerpo entero. Esta mujer, de ganar la presidencia (cosa que parece absolutamente imposible) ayudaría a perpetuar esas actitudes discriminatorias y clasistas.
Aunque un simple chicle podría parecer un detalle trivial, la guarrería de Xóchitl revela que, de llegar a presidir esta nación, trataría despectivamente a quien fuera.