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SEBASTIÁN RAMÍREZ
En el marco del aniversario de nuestra Constitución, el Presidente López Obrador envió al Congreso de la Unión una serie de reformas encaminadas a la consolidación de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
Derivado de las luchas por por nuestra independencia y soberanía nacional, la constitución de 1857 y posteriormente la de 1917 marcaron un precedente histórico en cuanto a derechos sociales. México se convirtió en punto de referencia para las luchas de otros pueblos del mundo por el reconocimiento de sus libertades. A pesar de lo anterior, con la llegada del viejo régimen, el espíritu de nuestra Carta Magna se distorsionó, el documento en el que vimos materializadas las demandas del pueblo se convirtió en el mecanismo principal para desmantelar nuestras empresas públicas, para privatizar los bienes de la nación y para que la derecha se enriqueciera a costa del sufrimiento de la gente.
Como sabemos, en los últimos años varias de las reformas constitucionales encaminadas a revertir los daños del neoliberalismo, fueron frenadas en parte por las y los legisladores de la derecha, pero también en buena medida por el Poder Judicial. De ahí la urgencia de una reforma profunda a nuestro sistema de impartición de justicia, una reforma electoral, una reforma que frene el saqueo de unos cuantos a través de los llamados organismos autónomos, una reforma que permita a las y los trabajadores recibir una pensión digna en el retiro, una reforma que proteja los programas sociales, reformas que permitan consolidar el Humanismo Mexicano y las luchas del Pueblo de México.
Las 20 iniciativas de reforma que envía el Presidente López Obrador al Congreso recuperan, como lo dijo desde Palacio Nacional, la dignidad de nuestra Constitución de 1917 y dejan de manifiesto que el porvenir vendrá acompañado de la justicia.