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Arreando al elefante | Así se urde la desinformación

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ANA MARÍA VÁZQUEZ
@Anamariavazquez

La mentira e intento de manipulación son ya descarados, quizá con el pretexto de “soy responsable de lo que digo, pero no de lo que entiendas”, la lectora de noticias Azucena Uresti lanzó una frase en su despedida de Milenio TV: “Es momento de definiciones y dadas las circunstancias actuales…” ¿Qué más dijo?, no importa, la ambigüedad de la frase fue suficiente para culpar al presidente López Obrador, las historias volaron hasta inventar una supuesta llamada, al director de Milenio, reclamando la salida de la conductora; Denise Dresser, Víctor Trujillo y Xóchitl Gálvez culparon también al presidente con la bandera de represión que nunca antes utilizaron cuando el sistema les favorecía y en donde efectivamente había silenciamientos, desapariciones y presiones a los directores de medios por periodistas y conductores “incómodos”. La mentira se caería muy pronto cuando el mismo medio, Milenio, aclaró en un comunicado que Uresti había recibido otra oferta de trabajo, luego se supo que iniciaría en febrero en otro medio, pero la “mancha” ya estaba ahí para que todos se colgaran, aun ante la exigencia del presidente que invitó a la comunicadora a decir cuales eran esas “circunstancias”. No hubo respuesta.

Lo irónico es que uno de los mayores represores, Felipe Calderón, se “solidarizó” con la conductora en sus redes y escribió: “su expulsión de @Milenio e contexto de agresión y mentiras del Pdte @lopezobrador_ y que ella denunció es un reflejo del autoritarismo presidencial y de la dictadura a la que aspira”
Qué rápido olvidó a Jesús Lemus, encarcelado y torturado por destapar la relación de Cocoa Calderón y La Tuta; el destierro de Gutiérrez Vivó, Aristegui, Olga Wornat, o el pacto de silencio que firmaron los medios y que eufemísticamente llamaron “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” que no era más que un intercambio económico para silenciar a todo aquel que no se ciñera a la orden del pequeño dictador.

Así se urde la desinformación, con medias palabras, simulaciones y encabalgamientos de las voces que ya conocemos para hacer más grande el “chisme”, porque es eso, gritos de los que sin pruebas dicen “Yo acuso”, pero que tienen, indudablemente, un historial muy sucio.

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