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JORGE GÓMEZ NAREDO
@jgnaredo
El neoliberalismo llegó a México a finales de los años 70. Funcionarios que se habían educado en universidades de Estados Unidos comenzaron a gobernar al país, y vieron al Estado como un estorbo. Pensaban que éste sólo debía encargarse de la seguridad y de garantizar las inversiones de los particulares. Entre menos Estado hubiera, mejor.
Por eso realizaron varias reformas constitucionales y vendieron la mayoría de las empresas estatales. En el caso de Petróleos Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad, intentaron muchas veces privatizarlas completamente, pero no pudieron. Sin embargo, empresas ferrocarrileras, de fertilizantes, telefónicas, cableras, etcétera, las vendieron a precios muy baratos y a personajes vinculados a esos gobernantes que las vendían.
En pocos años, los neoliberales le quitaron al Estado fuerza, y se sintieron los dueños del país. Pero sabían en el fondo que, en algún momento, podía llegar un gobierno que no fuera neoliberal, y podría hacer muchos cambios antineoliberales sin cambiar necesariamente la Constitución. Ante eso, idearon un sistema para que, en caso de perder una elección, ellos de cierta forma garantizaran la continuidad de un Estado neoliberal.
Y fue así que crearon a los organismos autónomos. Éstos, en el caso mexicano, no defienden principios, sino intereses. No actúan a favor del pueblo, sino de los personajes que los crearon. Por eso el presidente Andrés Manuel anunció que propondría desaparecerlos en un paquete de reformas que presentará en febrero: “Nosotros también estamos revisando con lupa lo que hacen estos organismos, al grado que voy a proponer en el paquete de iniciativas de reforma que desaparezcan. Todos estos organismos que crearon para proteger a particulares y afectar el interés público”.
El Estado debe recuperar su fortaleza, y no debe depender de lo que un organismo autónomo diga (que suele representar intereses muchas veces en contra de la gente). Por eso la necesidad de valorar su funcionalidad y, en su caso, desaparecerlos.