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RICARDO SEVILLA
Joaquín López Dóriga forma parte de esos viejos, desabridos y rancios comunicadores de la derecha.
Este sujeto, que corrieron a patadas de Televisa y durante varias décadas ha sido apodado “el teacher”, sin haber enseñado jamás un cacahuate, no es más que un extorsionador disfrazado de periodista.
Y un extorsionador es, por añadidura, un delincuente. Y eso todo mundo debería saberlo. Pero ¿quién dice que López Dóriga es un delincuente? No lo digo yo ni su suegra. Lo aseguran otras voces. Voces que alguna vez fueron lisonjeadas por este mediocre presentador de noticias.
Y una de esas voces es la de María Asunción Aramburuzabala, la mujer más rica de México.
Y es que, déjeme contarle que, en 2015, la nieta del español Félix Aramburuzabala, fundador del Grupo Modelo, acusó a López Dóriga y a su esposa, Adriana Pérez Romo, de quererla extorsionar.
La empresaria declaró, en aquella ocasión, que el abyecto López-Dóriga la amenazó con difamarla en el espacio estelar que este sujeto condujo, durante muchos años, en Televisa.
Y Mariasun, como sus allegados llaman cariñosamente a la empresaria, fue más allá con estos señalamientos y aseguró que la esposa de López-Dóriga le exigió 5 millones de dólares para no frenar un desarrollo inmobiliario en la calle Rubén Darío número 225 en la colonia Polanco, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México. ¡Ladrones!
Y eso no es un trascendido, como los que les gusta publicar al mitómano “teacher”.
Esas fueron declaraciones que la propia María Asunción ofreció.
Y ese sujeto es el burdo chayotero que hace unos días salió a llamar “pendejos” a Marko Cortés y sus secuaces panistas. Se entiende su enojo. Y es que este huérfano del chayote está indignado porque su negocio está a la baja. ¿Y qué negocio es el de López-Dóriga? El de mentir, tergiversar y lucrar con la información.
Afortunadamente, el pueblo de México está cada vez más politizado y asqueado de estos mercenarios de la pluma.
