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ABRAHAM MENDIETA
Cuando uno habla de la pesada carga que lleva tras de sí la oposición, normalmente piensa en las décadas de malos gobiernos, corrupción, pobreza e impunidad, sello de identidad de los mandatos del PRI y del PAN en anteriores sexenios.
Sin embargo, los opositores de hoy, también llevan en su espalda una nueva carga que a veces no es tan evidente o tan visible, y es, sin duda, la de los malos gobiernos locales que aun les quedan.
El caso más evidente, es el de Guanajuato, en donde la violencia, la impunidad y el control mafioso por parte del fiscal Zamarripa han marcado el gobierno de Diego Sinhue, que pasará a la historia como uno de los peores gobernadores del bastión Panista en el Bajío.
Otro caso bastante claro, es el del gobierno panista de Chihuahua, donde María Eugenia Campos ha dilapidado en menos de dos años el bono democrático que logró consolidar en la elección intermedia de 2021, construyéndose como opositora al entonces gobernador panista Javier Corral. Eso hoy ya no le funciona, pues sus resultados al frente del gobierno solo han traído más violencia, más deuda, tarifazos al transporte público y el estallido sistemático de la corrupción por parte de todo su gabinete.
Ambos ejecutivos locales en diferentes momentos, han sido el perfecto ejemplo de la descoordinación con el Gobierno Federal. Guanajuato, en un primer momento, negándose, asistir a la mesa de seguridad. Y Chihuahua, con un gobierno fanatizado al servicio de la extrema derecha texana, negándose a repartir los libros de texto gratuitos del gobierno federal, hasta que la Suprema Corte los obligó.
Y eso sin contar la célebre ocasión en la que la gobernadora María Eugenia Campos pidió al presidente López Obrador que sacara al ejército de la Sierra Tarahumara para que el narcotráfico, a cambio, entregase los cuerpos de los sacerdotes jesuitas asesinados en Cerocahui.
Hoy la oposición no solo carga con la memoria de aquellos que recuerdan 90 años de malos gobiernos: también carga con los malos resultados de sus cuadros hoy en el poder estatal, mientras Morena encabeza todas las encuestas en los estados que ya gobierna, y en gran parte de aquellos en los que aún no lo hace.
