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ANA MARÍA VÁZQUEZ
@Anamariavazquez
“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, decía Einstein. El fuerte discurso de la oposición sigue permeando en las mentes de los jóvenes y otros no tanto, mientras las ideas del capitalismo de los medios corporativos funden su lenguaje entre el prejuicio y el falso discurso. “AMLO quiere destruir a la corte” me espetó una aspirante a escritora de apenas 18 años y no fue sino la muestra del total desconocimiento y la traducción del discurso digerido por la radio, prensa y televisión, sin el contexto de que fue una elección apegada a la ley previa a descalificaciones de los postulados con anterioridad, con lo que la respuesta del Ejecutivo tuvo que darse designación directa a la ministra Batres, el discurso que criticaba su color de piel, su origen humilde o la raíz de izquierda iba acompañado de otro más fuerte: “AMLO está destruyendo el único contrapeso”. Esto fue lo que lo que permeó en la joven, desconociendo la cantidad de ministros, jueces, diputados y muchos otros que si fueron puestos a condición y gusto del mandatario en turno, y hasta modificando leyes para pagar favores.
A la par, destaca la actual candidata de la derecha, de la que ensalzan su “lenguaje del pueblo”, su extracción humilde (aunque ya no sea la inmaculada virgen de Loaeza), su risa bobalicona que subrayan como “fresca y simpática”, que los devoradores de medios corporativos defienden a ultranza.
No ha sido suficiente la información, o que el presidente sea nominado como el streamer con mayor audiencia; lo cierto es que la COMUNICACIÓN, base fundamental de la construcción de un proyecto se ha visto muchas veces rebasada por la caballería mediática con años de experiencia que sabe “vender”. La lucha apenas empieza y está radicada en la comunicación, la información que debe ser transmitida a las grandes audiencias y que provoque reflexión y toma de conciencia y no material digerido.
El proyecto humanista presidencial debe desmantelar también esa maquinaria mercantilista que nos ha agobiado desde la entrada del neoliberalismo, imponiendo su estructura en todo, desde el arte hasta los alimentos que consumimos por moda inducida. La labor del presidente ya está hecha, ¿y el partido? ¿cómo afrontará el reto?