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ANTONIO ATTOLINI
La retórica del gobernador Manolo Jiménez, marcada por frases como “van pa’delante” y “a pasos de gigante”, refleja un optimismo que, a un mes de su mandato, parece desacoplarse de la realidad tangible de su administración. Esta discrepancia entre el discurso y las acciones es especialmente evidente en el contexto de los recientes movimientos financieros de su gobierno, como la concesión única para la compra de patrullas, la solicitud de deuda de corto plazo para el pago de aguinaldos y un mínimo abono al capital de la deuda soberana estatal.
Desde una perspectiva lingüística, estas frases pueden interpretarse como una estrategia de comunicación política para construir una imagen de progreso y dinamismo. Sin embargo, la realidad de sus acciones, limitadas y poco impactantes, contradice esta narrativa. Esta discrepancia entre palabras y hechos puede percibirse como un intento de maquillar la gestión con un lenguaje esperanzador, pero carente de sustancia.
Para uno que se dedica a la política es fundamental señalar que la gestión de un gobierno no debe medirse únicamente por su retórica, sino por sus acciones y resultados concretos. En el caso del gobernador Jiménez, las acciones emprendidas hasta el momento parecen insuficientes para respaldar las grandes promesas de su discurso. Esto plantea cuestionamientos sobre la efectividad y dirección de su administración.
Desde la perspectiva del compromiso político que tenemos los obradoristas de morena, el líder de la oposición en Coahuila, estas observaciones adquieren un tono crítico. Morena, comprometido con la transparencia y la rendición de cuentas, podría argumentar que la administración de Jiménez no solo ha fallado en impulsar cambios significativos, sino que también ha recurrido a medidas financieras cuestionables, como la deuda de corto plazo. Esta situación, en el marco de la instalación de la nueva legislatura, ofrece una oportunidad para que Morena presente una alternativa de gobernanza más acorde con las necesidades y expectativas de la ciudadanía.
En resumen, el contraste entre el discurso optimista del gobernador Jiménez y sus acciones concretas durante el primer mes de gobierno evidencia una brecha significativa entre la retórica y la realidad. Esta brecha representa no solo un desafío para su credibilidad, sino también una oportunidad para la oposición de plantear críticas constructivas y propuestas alternativas.