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Arreando al elefante | Claudio y Xóchitl, el fracaso

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RCARDO SEVILLA

Este año ha sido terrible para la oposición. Y aunque la calumnia se ha convertido en rutina, sus embustes y falsedades no han logrado fructificar ni dar en el blanco. El dinero dilapidado en apoyar a la candidata de la derecha han sido millones arrojados al caño.

Pese a que en los medios de comunicación corporativos decidieron quitarse la máscara y ofrecer un respaldo abierto y descarado a Xóchitl Gálvez, su campaña hacia la presidencia no ha logrado despegar. Sus pifias son numerosas y evidentes.

La aritmética de Claudio X González, quien es el titiritero que maneja los hilos de Xóchitl, una y otra vez, se ha estrellado contra el muro del fracaso.

Aunque Claudio ha pactado y fabricado (falsos) consensos con las cúpulas partidistas, no ha logrado convencer ni a las huestes del PRIANRD.

Y se comprende la incapacidad de Claudio para dirigir un movimiento político. El tipo, que lleva dos sexenios disfrazado de activista, no es más que un empresario acostumbrado a mangonear e imponer sus órdenes.

Claudio, igual que otros empresarios de su calaña, ha utilizado el clientelismo, la componenda y todas las fórmulas de corrupción para salirse con la suya. Y la gente lo sabe.

Pero un empresario que compra conciencias e impone a sus candidatos debería saber que jamás podrá edificar un auténtico movimiento social, que es justo lo que México está exigiendo.

Desde luego que la incompetencia de Xóchitl, un personaje ignorante y asustadizo, es campo propicio para que germine el autoritarismo de Claudio. Pero eso no significa que su proyecto vaya a prosperar. Al contrario: el pueblo ve (todos los días) a la candidata de la oposición cediendo su voluntad ante un personaje autoritario. Y eso le resulta decepcionante.

La gente ha visto que Xóchitl, que carece de intuición política e ideas claras, ha sido incapaz de dirigirse al pueblo sin los guiones ni los libretos que le preparan en el búnker de Claudio. Y eso también decepciona.

Xóchitl Gálvez no representa los intereses del pueblo, sino del empresariado. Y al pueblo de México (ávido de una auténtica transformación) no le interesa votar por un personaje que a todas luces carece de libertad y autonomía.

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