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Para el economista la actividad turística de Acapulco representa el 60% de la economía guerrerense, por ello es indispensable una estrategia integral
MARCO CAMPILLO
Ciudad de México 31 de octubre.- Es muy temprano para conocer la realidad económica, laboral y financiera de Acapulco después del impacto de Otis, a pesar de lo crudo y evidente de las imágenes.
Más aún si se trata del futuro de esos factores de uno de los puertos más emblemáticos de nuestro país, el llamado bello puerto.
Acapulco siempre se distinguió por su belleza y su oferta turística, pero más por su relativa cercanía con la capital del país, antes de la autopista del Sol el trayecto era de poco mas de 8 horas, con la nueva carretera el recorrido se acortó a solo 4.
Las escapadas a Acapulco son comunes desde su época dorada y siempre, siempre fue la playa mexicana por excelencia, desde que Johnny Weismüller, nadador estadounidense ganador de 5 medallas de oro y posterior protagonista de Tarzán decidiera hacer del puerto su hogar o Cantinflas con algunas de sus películas o bien Mauricio Garcés y Luis Miguel con su mansión, en cada época Acapulco se mostró majestuoso.
De acuerdo con Mauricio Flores, economista y analista financiero, la fase de emergencia se vive con desorganización, concentrar la ayuda no es buena idea pues no permite ver la magnitud real del daño a los inmuebles y a cientos, miles de locales ubicados en el viejo Acapulco y en la llamada Zona Diamante.
Ha trascendido que se requieren 15 mil millones de dólares para rescatar a Acapulco y a su economía que representa el 60 por ciento de la economía del estado, sin embargo para el analista, esta cantidad podría ser poco precisa pues no se ha hecho una verdadera valuación del daño a la infraestructura económica y turística del puerto.
Son poco mas de un millón y medio de personas las que laboran, tanto en lo formal como en la informalidad en el puerto, y es con ellos con quien se debe empezar a trabajar pues serán ellos quienes sufran el impacto de la ausencia de turismo, consecuencia de un meteoro categoría 5.
“La urgencia de reparar, recuperar las playas, la industria de la hospitalidad va a necesitar una suerte de plan Marshal como el que los Estados Unidos y los aliados después de la segunda mundial, instrumentaron para recuperar sus economías”.
Mauricio Flores dijo a Diario Basta que se necesita del capital semilla y de los fondos de inversión, pero eso dependerá de una verdadera evaluación sobre los daños y las medidas de ayuda que han ofrecido los bancos pueden ser una “manzana envenenada” pues a pesar de las facilidades o las prorrogas de los pagos en prestamos o en créditos, la deuda sobre los mismos persiste, es decir no será condonada.
“Resulta que con una re estructura a seis meses con la posibilidad de que capitalices los intereses puede resultar que a esos seis meses tengas que re iniciar los pagos, tu negocio, un restaurante o una tienda, pues no van a poder estar generando por mucho la misma cantidad de dinero que tenían previo al huracán”
Esto puede provocar una cascada de quiebras y de insolvencia de los deudores, esto en lo que corresponde a los negocios, pues también existen los créditos inmobiliarios de todos los condominios que se construyeron en la llamada zona diamante.
“Poco más del 70 por ciento del los departamentos o tiempos compartidos de Diamante, están hipotecados, los daños son diversos y además lo que tiene que ver con los créditos automotrices” pues las aseguradoras tienen diversas cláusulas en sus contratos, “su especialidad es cobrar pólizas pero también su otra especialidad es no pagar siniestros”.
Lo más importante para atender y resolver esta tragedia es, en voz de Mauricio Flores, lograr una verdadera coordinación ejecutiva en las labores de rescate y ayuda, la otra parte que ese requiere es un censo con las cámaras industriales y de comercio y las de prestadores de servicios.
“Se pueden organizar con el sector privado y con colegios de especialistas, para hacer la revisión actuarial de las pérdidas y de los costos”.
Otra consecuencia de lo que sucedió en Acapulco podría ser la migración, pues todos aquellos que perdieron sus fuentes de empleo, buscarán opciones, sea en Oaxaca, Chilpancingo la capital del estado, en Cuernavaca o bien en la Ciudad de México.
Pero más allá de la migración de quienes buscan trabajo formal o informal, lo que podría representar un riesgo para la región centro del país, es la migración de quienes integran o trabajan para el crimen organizado y eso, eso es lo que se puede convertir en un peligro si no se establecen los límites y los filtros adecuados, en materia de seguridad nacional, en las entidades cercanas al otrora bello puerto de Acapulco.
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