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Limón con Limón | Millones y millones y millones

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M. FERNANDA LIMÓN

INFIERNO:
Todo hombre sabio teme tres cosas: la tormenta en el mar, una noche sin luna y a la ira de un hombre amable. Acapulco, Guerrero, 25 de octubre 2023, 11 de la noche. Se cumplió el primer temor, la tormenta en el mar, vientos a más de 300km/hr Otis golpea las playas de este bello puerto y lo hace con toda su fuerza, huracán categoría 5, hay 27 muertos y cuatro desaparecidos según las primeras cifras oficiales.
Segundo temor consumado: una noche sin luna, el agua arrancó a una niña de tres años de los brazos de su madre. No la han vuelto a ver desde entonces.
Tercer temor, la ira de hombres amables.: Autoridades y militares están desbordados por la situación. No hay capacidad para detener el saqueo y la desesperación de la población, tanto acapulqueños, como turistas, todos inyectados con el veneno del miedo. Paula Ruiz Velasco, turista, narró que los soldados le dijeron que ya no tenían nada a disposición y que si necesitaba de algo se metiera a robar a una tienda.

PURGATORIO:
Millones y millones y millones de rezos y oraciones se clamaron aquella noche, recuerdos, nostalgias, memorias. La memoria de Acapulco a todos nos huele, nos sabe, nos suena diferente. Para mi huele a mi abuelita Irma haciendo el desayuno en la casa 36B, huele al caldo de camarón y las pescadillas que con cariño nos preparaba el abuelo Ismael, mientras escuchaban a Benny Moré o a Agustín Lara; Acapulco me sabe a las “picaditas” de las playas de Barra vieja, al pescado a la talla de Cira la Morena, a las piñas coladas que preparaba mi papá a la orilla de la alberca, me sabe a sal, me sabe a despedidas.
Escuchar las olas y en cada una lanzar un recuerdo, escucho a mi tío Raúl enseñándome a salir del mar al compás del oleaje del revolcadero, escucho la risa de mi tía Lizbeth encerrada en una caracola que encontramos en puerto marqués. escucho las pisadas de mi madre sobre la arena de Pie de la Cuesta, escucho la risa de mis hermanos paseando por la costera.

PARAÍSO:
Hoy Acapulco huele a agua con sal, sudor y lágrimas, Acapulco tiene tres días que huele a miedo, a podredumbre; Hoy el corazón de Acapulco suena al lamento de las madres que perdieron a sus hijos, suena a los acapulqueños que están esperando que la lealtad que han tenido con el presidente, con claudia y los Salgado valga los millones y millones y millones de pesos y de ayuda que se va a necesitar para que Acapulco no se ahogue en el olvido y no se convierta la indiferencia en el temor número cuatro.
Hoy Acapulco sabe a pérdida, sabe a temor, sabe a dolor. Sabe a millones y millones y millones de despedidas físicas, materiales y emocionales. Acapulco sabe, huele, suena a olvidos y omisiones, desapariciones, amnesias, debilidades administrativas, La indiferencia está siendo el apoyo silencioso a favor de la injusticia.
Acuérdate de Acapulco, Andrés, acuérdate de Acapulco, Evelyn, acuérdate de Acapulco, Félix, conviertan en realidad las ilusiones de los millones y millones y millones de acapulqueños devastados, acuérdense de ellos, ahorita no es necesario recordar la apabullante tormenta que golpeó a Sebastián Ramírez y su catastrófico incidente celeste.

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