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ANA MARÍA VÁZQUEZ
En un encabezado de El Financiero del 14 de Marzo del 2021, el columnista José Soto titula: “El Juez Gómez Fierro, el gran villano para la 4T”, en su artículo aborda la suspensión provisional de algunos artículos de la Reforma Eléctrica; Rocío Nahle lo acusó en su momento de otorgar una suspensión en 24 horas, sin previo estudio del caso; otorgó una suspensión a la ley de telecomunicaciones (sin haberse publicado los lineamientos); también, entre otras, frenó la Ley de Hidrocarburos. Un juez que ha sido exhibido cotidianamente tanto en la mañanera como, qué curioso, hasta en los propios medios corporativos. Él es uno de los jueces que convocaron a la marcha de este domingo, en contra del recorte a los fideicomisos de la Suprema Corte, un juez que no marchó, como tampoco lo hicieron los ministros como lo señalaron públicamente, aunque sí han aprovechado para manifestar su descontento ante la “injusticia cometida por el ejecutivo y el legislativo”, de nuevo, Norma Piña reitera que ese recorte afectará la “procuración de justicia”.
Paradójicamente el pueblo se manifestó, pero en contra de los que protestaron por tal recorte y en redes salieron a relucir casos de justicia a modo, extorsión y atropellos de jueces, magistrados y ministerios públicos, que se aúnan al rezago de 40% de presos que permanecen sin sentencia tan solo en la CDMX. Un total de 88,172 presos permanecen en reclusión sin sentencia, según un estudio del INEGI de este año; tampoco existe igualdad de género, ya que el mayor porcentaje en reclusión sin sentencia es el de las mujeres, con un 49.3%.
La proporción de reclusos es mayor que la capacidad de las cárceles y la Ley de Amnistía del presidente López Obrador, solo ha podido liberar a poco más de 300 reos. ¿por qué? Porque no puedes liberar a quien no ha sido sentenciado, como es el caso de Israel Vallarta, en ¡prisión preventiva desde hace 17 años!
La Suprema Corte y en general la impartición de justicia están en deuda con la nación, una nación que ya no está dispuesta a seguir ofreciendo una vida palaciega y de lujos y prebendas injustificados ante un pueblo que solo exige que hagan justicia pronta, expedita y sobre todo, honestamente.