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ANTONIO ATTOLLINI
En 2017, Andrés Manuel López Obrador, líder de Morena y figura prominente en la política mexicana, presentó una estrategia política innovadora conocida como los “Acuerdos de Unidad”. Estos acuerdos buscaban trascender las divisiones tradicionales de izquierda y derecha en la política mexicana, colocando en su lugar un tema central como eje articulador: la lucha contra la corrupción y la búsqueda de una transformación profunda del país.
Este enfoque se basó en el reconocimiento de que las divisiones ideológicas clásicas habían polarizado la política mexicana durante décadas, impidiendo la cooperación efectiva y la resolución de los problemas más apremiantes. Los Acuerdos de Unidad propusieron un camino alternativo, apelando a una amplia gama de actores políticos, sociales y económicos, independientemente de su afiliación ideológica.
En esencia, estos acuerdos representaron un intento de construir una coalición política que trascendiera las etiquetas partidistas y se enfocara en un objetivo común: combatir la corrupción y promover la justicia social en México. Esto implicó un llamado a la colaboración de diferentes fuerzas políticas, desde la izquierda moderada hasta sectores del centro y, en algunos casos, incluso figuras de la derecha que compartían esta preocupación fundamental.
La estrategia de AMLO se basó en la premisa de que la corrupción había socavado el bienestar del país y que su erradicación requería un esfuerzo conjunto que superara las divisiones tradicionales. En lugar de identificarse exclusivamente como un candidato de izquierda, AMLO se presentó como un líder capaz de reunir a una amplia coalición de mexicanos que compartían su visión de un México más justo y transparente. Lo mismo está haciendo Claudia Sheinbaum como Coordinadora nacional del movimiento.
Este enfoque pragmático y centrado en temas cruciales permitió a AMLO ganar apoyo no solo entre los sectores tradicionalmente asociados con la izquierda, sino también entre una porción considerable de la población que había perdido la fe en los partidos políticos establecidos. Los Acuerdos de Unidad ofrecieron una alternativa a la polarización política y resonaron en un momento en el que muchos mexicanos buscaban una solución a los problemas sistémicos de corrupción e inequidad. Lo hacemos para ganar elecciones, claro. No hay gobierno democrático que no gane primero el voto popular antes que nada.
En resumen, los Acuerdos de Unidad impulsados por Andrés Manuel López Obrador en 2017 representaron un intento innovador de construir una coalición política amplia y diversa en torno a un tema central, la lucha contra la corrupción, en lugar de depender de las divisiones ideológicas tradicionales. Esta estrategia tuvo un impacto significativo en la política mexicana y contribuyó a la elección de AMLO como presidente en 2018. Su éxito puso de relieve la creciente importancia de la construcción de coaliciones basadas en temas comunes en lugar de la adhesión rígida a la izquierda o la derecha.