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JORGE GÓMEZ NAREDO
@jgnaredo
Por fin el PRI dejará de gobernar el Estado de México. Durante prácticamente cien años lo hizo. Cien años de saqueos, de robos, de no pensar en la gente, de hacer de una entidad tan rica en recursos, cultura y en población, un lugar lleno de desigualdades y de injusticias.
Pero ya se van: ya se fueron.
Ayer, la maestra Delfina Gómez tomó posesión como gobernadora, y con ella llega una enorme esperanza. La gente está contenta, y cómo no va a estarlo, si Delfina Gómez representa a la gente del pueblo, a los de abajo, a los humildes. Además, su proyecto de gobierno está basado en eso: en poner como eje de todo al pueblo.
El reto es muy amplio. Son muchos los problemas del Estado de México, muchas las complicaciones, y seguramente habrá prácticas que serán muy complicado erradicar, pero Delfina Gómez es una funcionara excepcional. Donde ha estado, ha demostrado capacidad y dado muy buenos resultados. Además, es una persona muy sensible. Sabe de las penurias de la gente, de las injusticias, de la forma en cómo han surgido las desigualdades, y por eso entiendo qué se debe hacer.
Durante años, al Estado de México lo defendieron los del PRI con todo. De ahí salía su maquinaria electoral. De ahí enviaban a mapaches para todo el país. El priísimo se nutría del erario del Estado de México. Ahora, sin él, ¿qué hará el PRI?
Todo indica que el PRI ya es un partido pequeño, que ni siquiera tendrá un candidato en las próximas elecciones presidenciales. Un partido que está ya a las órdenes del partido que durante años fue su oponente: el PAN.
Así pues, el triunfo de Delfina Gómez en el Estado de México no sólo trae esperanzas a millones de mexiquenses que esperan que haya una transformación de raíz, sino que, de paso, vino a desarticular la maquinaria que estaba montada en el lugar más preciado del priísmo.
Son tiempos, sin duda, para sonreír. Hay esperanza. Hay liderazgo. Y hay pueblo queriendo transformación.
