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Salvador Guerrero Chiprés
El “festejo” en el Ángel de la Independencia para la candidata opositora fue menor a 5 mil personas. Y apenas comienza el desinfladero.
No hay manera de contrastar así con cinco años de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien consiguió: liderazgo y reconocimiento popular de penúltimo año de sexenio más vasto que cualquier predecesor; políticas públicas sociales reconocidas como indispensables en la vida nacional y, además, ser ejemplo de disciplina macroeconómica.
Una evidencia adicional a los datos de aumento de inversión extranjera directa, remesas récord, inflación descendente y peso revaluado: el presidente de la Asociación de Bancos de México, Julio Carranza Bolívar, lo dijo ante el sector privado capitalino hace una semana: “no voy a opinar de política, pero esta es una administración donde se han hecho muy bien las cosas en términos macroeconómicos”.
Lo escuchaba Jesús Rodríguez Cárdenas, el presidente de la Canaco, que acaba de celebrar su 149 aniversario, y el pleno de ese organismo, en la reunión mensual.
Son evidencias más privadas que públicas respecto del mérito de esta gestión, apoyada por las políticas sociales y financieras de la CDMX — donde existe cuatro de cada diez dólares de la inversión nacional y extranjera directas— implementadas en principio por Claudia Sheinbaum, un proceso ahora sostenido por Martí Batres.
La derecha mexicana con poder financiero no tiene obstáculo alguno con el Presidente, Morena o quien coordine la Defensa de la 4T.
La oposición, dicen los observadores, sigue en su extraña mescolanza de partido tricolor sin candidato, partido demócrata cristiano respecto del cual Gálvez no tiene relación ideológica clara, según declaró ella misma a El País, y un vestigio de izquierda renqueante. O deja de desinf larse o será equis.
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