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Por fin el Fin

Reseña de Blue Beetle

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Infinidad

Sadit Gabriel

En la repetición, subyace el convencionalismo; radica una subjetividad desalmada, aquella más propia del tedio, que del auténtico entretenimiento. Blue Beetle (2023), de Ángel Manuel Soto, estructura la realidad de su ficción latina en esbozos no finos, pensamientos de mitad de camino.

El problema del metraje no reside necesariamente en suplantar la exposición del origen en sus personajes, sino en la obstinación de suprimir aquello no visto. Es Blue Beetle una historia repleta de paralelismos, atiborrada de espacios y operaciones cinematográficas simples donde reside una idea de lo complaciente, superpuesta a una dramaturgia visual (niveles de conflicto existentes en las propiedades del cine) casi inerte.

Sobreviven en el trabajo ciertos colores, tonalidades y gelatinas (filtros de iluminación), las cuales sí están cohesionadas a la imagen mexicoamericana. Otras operaciones técnicas propias de los proyectos blockbuster (cine orientado a recaudar millones), como la edición de sonido (la manipulación audiovisual del metraje para crear distintos niveles de sentido), apenas y se presumen como algo mediano al interior de lo preciso.

El problema de este tipo de cine es no es su falta de desparpajo, porque no tiene siempre la taquilla aquella virtud de la coexistencia con la profundidad. La situación, más bien, conlleva a pensar que la falta de idea estableció un monumento símil a la monotonía de la infinidad.

 

 

Nombre: Blue Beetle.

Año: 2023.

Director: Ángel Manuel Soto.

Calificación: 5.4 (mediocre).

Dónde: Solo en cines.

 

 

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