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Salvador Guerrero Chiprés
La ultra derecha y la derecha en España están más unidas que en México.
Esa es una buena noticia para el electorado mayoritario de izquierda que tiene representantes mandatarios en 23 entidades y al presidente Andrés Manuel López Obrador en el gobierno de México.
Allá en España, la organización Vox —los más ultras— y el Partido Popular —la derecha moderada— van aliados a fuercita o no son gobierno.
Aquí en México, las cosas parecen muy distintas para las derechas.
El líder ultraderechista Eduardo Verástegui, respecto del cual no sabemos si se deja engañar por Xóchitl Gálvez, a quien le da por bueno el supuesto “trotskismo”, está determinado a señalar las identidades publicitarias asignadas a la senadora diariamente.
Verástegui niega conexión con el chicloso mueganismo ideológico de la senadora panista. Declaró en un video viral: “El PAN ha muerto (…) los parásitos del poder mataron al PAN con una escopeta modelo Xóchitl Gálvez 666”.
Y si ubicamos a Fox, en un lugar aproximado a su verborrea estaría a distancia empatada entre Verástegui y el predominante segmento panista asociado con la corrupción inmobiliaria, pues su furioso empeño contra AMLO y su descontrolada expresión demuestran los intereses y proyectos de la derecha mexicana. Son enemigos de los programas sociales. Clasistas y racistas. Descalifican y niegan los derechos de los nacidos en México al aludir a Claudia Sheinbaum como “judía búlgara”.
A ver quién cree en la sinceridad de la disculpa de Fox, que además se la ha pasado despotricando contra las figuras de la izquierda local como el Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama. Por su parte, Gálvez no se ha deslindado de Verástegui o de sus dichos.