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Salvador Guerrero Chiprés
El fastidio del derrotado es mayor si desconoce los resultados. En vez de despedir a sus líderes por ellos, la oposición decide defender la fantasía. Con tres ideas busca evadir, explicarse la derrota del PRI y sus aliados en el Estado de México:
Primero, no perdió la alianza representada por la candidata derrotada, sino que ganó el INE cuya
existencia, sostienen, es más democrática que los vencedores. En términos de futbol en el partido que todos vieron no gana el que mete más goles sino el árbitro, quien además juega mejor que los profesionales del balompié.
Segundo, es irrelevante que haya ganado Morena lo importante es que hubo “una elección de Estado” y en la misma línea ilusoria de los opositores, el ganador “es el abstencionismo” que fue de prácticamente de 50 por ciento. En Coahuila el PRI ganó por porcentaje semejante, pero ahí no se habla de abstencionismo.
Para los adversarios del partido que gobernará ya 23 entidades es más importante el votante ausente que el que acudió a las urnas.
En futbol es como si después de perdido el partido con el equipo favorito el fanático de la porra se concentrará en hablar de las butacas desocupadas para omitir reconocer los goles del otro equipo.
Tercero, la oposición a Morena, especialmente el PRI, sostiene que sumados los votos de Morena en Coahuila y en el Estado de México y los de alianza opositora los del partido dominante “apenas” fueron superiores en 1.5 por ciento “si no se consideran los del PT y el PVEM”: es lo mismo que decir que la alianza debería valorarse sin el PAN y sin el PRD.
Así como se negaba la inminencia de victoria de Delfina Gómez los adversarios de Morena se esconden ahora detrás de los precandidatos de ese partido que buscan la presidencia; ahora enderezan sus argumentos contra Claudia Sheinbaum Pardo, quien aventaja en todas las encuestas.