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Antonio Attolini Murra
Tonto el que piense que el Pueblo es tonto. Esta es una de las premisas que ha guiado el movimiento obradorista encabezado por Andrés Manuel López Obrador, cuya misión es lograr la transformación de la vida pública en México, misma que ha cumplido con creces. Pero hay quienes, por el contrario, se subieron a un ladrillo, se marearon y en su embriaguez de vulgar oportunismo, decidieron ignorarlo. No han entendido ni el momento ni la responsabilidad histórica que tenemos con el país y el cambio de régimen democrático, por el que millones no solo
votamos, sino que luchamos. Algunos incluso pagando con su vida.
Uno de esos casos es el del candidato al gobierno de Coahuila, Ricardo Mejía Berdeja. En esta ocasión, no me referiré únicamente a su falta de palabra al comprometerse frente al pueblo de su estado y de México, en una cadena nacional, a respetar los resultados de la encuesta y apostar por la unidad de Morena. Tampoco mencionaré el hecho de que, como bien dijo el Presidente, ni siquiera se despidió de quien le encomendó el cargo de Subsecretario de Seguridad Pública, a pesar de haber apoyado abiertamente a Ricardo Anaya. Hoy, tampoco ahondaré en el abuso que significa utilizar el nombre de Andrés Manuel López Obrador, incluso, cuando el Presidente le pidió que no lo hiciera, para beneficiarse de su popularidad y buena imagen.
En esta ocasión, escribo para denunciar que Ricardo Mejía, no solo intentó engañar al Presidente de la República, como mencioné en ejemplos anteriores. Mediante mentiras (fundamentalmente creyendo que el pueblo es tonto) intentó tomarle el pelo a la gente de Coahuila. Y ahora, también, quiere tomarle el pelo a la dirigencia nacional del Partido del Trabajo, que ha elegido la unidad del movimiento, declinando por Armando Guadiana y uniéndose a la lucha para que por fin saquemos al PRI de Palacio de Gobierno.
El comportamiento de Mejía es de vergüenza ajena. Ha dado la espalda al presidente de la República después de que este lo rescatara tras su fallida inmersión apoyando a Anaya como
candidato a diputado en Guerrero. Además, ha dado la espalda al Partido del Trabajo y a su dirigencia, así como a las personas que ha utilizado como basura reciclable para impulsar
una candidatura que nació muerta, después de que ignoró su propia palabra y la encuesta, alejándose de los valores fundamentales de la Cuarta Transformación.