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Sebastián Ramírez Mendoza
Perú vive desde hace varios meses bajo un gobierno ilegítimo y golpista, tras la usurpación de Dina Boluarte y la detención del presidente Pedro Castillo, electo libremente por el pueblo. Naturalmente, el Presidente López Obrador en más de una ocasión ha manifestado su rechazo a esta falta a la voluntad popular. El golpe de Estado trajo consigo una brutal represión: 60
personas han sido asesinadas y más de mil han resultado heridas; denunciarlo resulta un imperativo ético.
La negativa de México para entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico a Boluarte es de celebrarse. Tanto el presidente López Obrador como el presidente Petro han sido declarados
personas no gratas por el congreso peruano, que ha sido un elemento clave de la crisis social y política del Perú por lo que, como se ha explicado, México podría entregar la presidencia temporal a Chile. No podemos perder de vista que hoy el 79% de las y los peruanos rechazan la presidencia robada, y el 90% al congreso artífice del golpe.
Nada de lo que ocurre en un país hermano nos debe ser ajeno. En la región compartimos historia y luchas comunes en la construcción de nuestras democracias y consolidación de nuestras soberanías. En este sentido, la decisión de México de pausar relaciones sociales y comerciales en tanto Perú viva bajo un régimen antidemocrático, no es nada más que consecuente con nuestra política exterior y con los principios del Humanismo Mexicano.
Desde la dirigencia de Morena en la Ciudad de México, junto a nuestras diputadas y diputados, reiteramos nuestro apoyo al Presidente en este tema, pero sobre todo nuestra solidaridad con nuestras hermanas y hermanos peruanos. Estamos convencidos que solo a través del respeto a las libertades y a la voluntad popular se puede vivir una auténtica democracia.