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Ana María Vázquez
Se soltó la jauría mediática por la ocupación temporal de un tramo de vías de Grupo México para beneficiar al Corredor Interoceánico. Dichas líneas férreas fueron concesionadas por Ernesto Zedillo en diciembre de 1998, la concesión dada a Germán Larrea, segundo hombre más rico del país, con una fortuna de más de 27,000 millones de dólares y quien ya cuenta con la anuencia del gobierno para comprar Banamex, ¿por qué tanto grito?
La historia de las expropiaciones en el país ha sido larga, a veces cruel y sangrienta y otras con toda legalidad y justicia. El primer ejemplo lo tenemos con la Expropiación Petrolera, durante la cual, por el bien
del país y la protección de los recursos, el General Cárdenas ocupó y pagó las instalaciones de compañías extranjeras; el segundo se hizo casi casa por casa, cuando en los 70, la renovación ciudadana a través de la construcción de los ejes viales y el Metro, impedía el paso del trazado original, entonces a quien llamaban Carlos Hank, se hizo de terrenos y derrumbó casas pagando precios irrisorios por ella, tomando la “ley” como bandera.
La más dolorosa fue la toma de Atenco, donde la masacre se hizo presente cuando los pobladores se negaron a que se les arrebataran sus tierras para la construcción del aeropuerto de Texcoco; al responsable, Vicente Fox y el entonces gobernador Enrique Peña, poco les importaron las violaciones de derechos humanos y menos la masacre.
Desde Salinas con Telmex, Dina, Serfin y otros; Zedillo con Ferrocarriles, Aeropuerto y Nafinsa; Fox con Mexicana, Aeroméxico y otros; Calderón con Luz y Fuerza y Grupo Azucarero; Peña con los terrenos en favor de petroleras extranjeras y otros. ¿Dónde estaban esas voces que ahora claman?
Apuestan por la desmemoria, siguen en la simulación y gritan, pero cuando debieron hacerlo, como en Atenco, justificaron al asesino, y enarbolaban la modernidad y el progreso de un aeropuerto que solo estaría
en maqueta y lo sabían. La desvergüenza de esas voces que callaron entonces y que ahora claman “despojo”, solo habla del resentimiento de los grandes negocios perdidos a la par del poder y en detrimento del pueblo.
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