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Ana María Vázquez
“No tiene remedio el Poder Judicial, está podrido”, dijo el presidente López Obrador en la mañanera de ayer, y en efecto, hay una podredumbre cuyo hedor es evidente desde hace años; sentadas las bases de la 4T, podemos ver que no solamente es el Poder Judicial el que falla, sino también el legislativo al confiarse y llevar a votación fast track leyes muy importantes para la continuidad y el mejoramiento social del país.
¿Dónde estaban los legisladores que faltaron? La oposición, mañosamente ausente se negó a la votación alegando lo que ya sabemos “fue muy rápido el cambio, o les avisaron, etc” en un afán más que obvio de sabotear los proyectos, pero ¿Y el fuego amigo? Que nos pueden decir los coordinadores que sabían que la Corte echaría abajo los proyectos a la menor provocación, tal como sucedió. Con 10 senadores menos, las
posibilidades de fortalecer el proyecto se redujeron, ya que los respectivos coordinadores, Ricardo Monreal (que según declaró, votó en contra del Plan B, para, según él, “fortalecer la democracia”) e Ignacio Mier (quien votara a favor del FOBAPROA) fueron incapaces, o no consideraron necesario, llamar a los suplentes que cada uno tiene para fortalecer el voto.
No lo hicieron y de nuevo el fuego amigo se convierte (a saber, si a propósito o no), en cómplice de las trabas que una y otra vez tiene el presidente López Obrador en su lucha por dejarnos un país más digno, más justo, menos corrupto, menos violento. “No tiene remedio el Poder Judicial”, dijo; pero tampoco el legislativo, las policías, los jueces, así como alcaldes y alcaldesas, las escaleras que hay que limpiar “de arriba hacia abajo” están enquistadas de podredumbre de años que debe erradicar, fumigar y limpiar a fondo sin miramientos, no están los tiempos para pedir permiso, sino para actuar de forma clara y contundente ante
los traidores y oportunistas que dentro y fuera del movimiento lo están debilitando en nombre de su particular democracia.
Como pueblo, deberíamos exigir a ambos coordinadores una explicación de aquellos funcionarios que adelantaron sus vacaciones y no asistieron a la función para la que fueron votados.
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