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Ana María Vázquez
Desde los gritos destemplados de Sandra Cuevas exigiendo ser llamada por su cargo y no por un respetuoso “señora”, la arenga de la candidata al Estado de México, Alejandra del Moral, pidiendo a sus bases “(…) hagan lo que saben hacer, para bien o para mal, queremos certificados de mayoría, no de buena conducta”, Alejandro Moreno diciendo que a la prensa hay que matarla de hambre y a vergazos (sic), de Mauricio Tabe contra ciudadanos de la alcaldía Miguel Hidalgo y por supuesto las múltiples intervenciones de Xóchitl Gálvez, Kenia López y María del Carmen Téllez, esta última protagonizando un vergonzoso y violento episodio durante la entrega de la medalla Belisario Domínguez a la escritora Elena Poniatowska bajo la consecuente mirada de Julén Rementería.
Funcionarios, legisladores y hasta colados del PRIAN, han venido tomando al Senado, alcaldías y hasta la calle (recordemos la “marcha rosa” en la que hubo insultos, denuestos y hasta una golpiza a un vendedor ambulante por decirse morenista), contrasta fuertemente con la política presidencial de “abrazos, no balazos”.
Si el país realmente les importara, el lenguaje violento debería necesariamente ser reemplazado por la sana discusión y las ideas, pero tristemente no es así, vemos a una oposición que en lo único que está de
acuerdo es en el insulto y la falta de respeto a ellos y a si mismos. Las reglas de la Cámara en la que se indica específicamente el respeto al recinto han sido una y otra vez vulneradas en este circo provocado para
figurar, pues no hay ni unión ni proyecto, tenemos a una “oposición” beligerante pero carente de sustento.
En dos de los mencionados (aunque hay más) podemos ver el reflejo de lo que se haría de llegar al poder: represión, mordaza, acoso, amenazas y más. No es esto lo que queremos los ciudadanos, ¿con qué cara critican los índices de violencia cuando ellos mismos la propician y fomentan con sus actos que solo buscan posicionamiento mediático? Lamentable por decir lo menos es tener gente tan poco preparada para la discusión elevada, para la gobernanza equitativa en puestos que requerirían como mínimo, templanza y cerebro.
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