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Ricardo Sevilla
Mientras más escudriña uno en la UNAM más mugre y porquería encontramos. Se creía que había personajes como el estulto Guillermo Sheridan que, con su racismo y su clasismo, ha lesionado a la máxima casa de estudios.
Pero no sólo es el racista Guillermo Sheridan quien no da clases y cobra en la UNAM; tampoco es Lorenzo Córdova, el otro racista, que decidió regresar (y cobrar un salario) a esa casa de estudios después de una década de no aparecerse por ahí.
Pero ni Lorenzo ni Sheridan no son personajes aislados. En realidad, la UNAM lleva muchos años secuestrada por personalidades de la derecha, fundamentalmente priístas y panistas que se las han ingeniado para vivir parasitariamente del presupuesto de la universidad.
Pero, infelizmente, las cosas, en la UNAM, parecen ir de mal en peor. Y es que, a la invasión neoliberal en la UNAM, ahora debemos agregar el acoso sexual y el hostigamiento laboral que padece un grupo de académicas y profesores en la Facultad de Psicología que dirige la hermana del exministro de la SCJN: Eduardo Medina-Mora.
Y es que “lo delicado no es que María Elena Teresa Medina-Mora Icaza, le directora de la Facultad de Psicología, sea hermana de Eduardo Medina-Mora, quien fuera el poderoso e impune procurador general de la República de Felipe Calderón, ni que haya sido prima del corruptazo Manuel Medina-Mora, quien fuera presidente y director general de Banamex, uno de los principales bancos neoliberales, propiedad de Citigroup, sino el apoyo que ha dado a agresores laborales y sexuales”, nos dicen nuestras fuentes.
“Lo delicado tampoco es que la directora haya sido prima del corruptazo Manuel Medina-Mora, quien fuera presidente y director general de Banamex, uno de los principales bancos neoliberales, propiedad de Citigroup, sino el apoyo que ha dado a agresores laborales y sexuales”, nos aseguran.
Lo demencial es que la administración de María Elena Medina-Mora, que sabe muy bien que en la escuela que dirige ocurren casos de hostigamiento laboral y acoso sexual, en lugar de atenderlos, ha preferido impulsar un clima de persecución y violencia institucional contra quienes se atreven a denunciar, nos aseguran. ¿Y Enrique Graue, el rector? Esa es, realmente, la pregunta.