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Sebastián Ramírez Mendoza
Hace unos días una de las voceras preferidas de la derecha dijo que para conciliar la “polarización” del país, las conferencias mañaneras del Presidente López Obrador deberían desaparecer, ignorando por completo
que esta división no es nueva y se debe principalmente a las profundas desigualdades que existen en México como producto del neoliberalismo, el racismo y el clasismo. Sin embargo, una vez más se desató un amplio debate al respecto.
Las conferencias del Presidente vinieron a transformar la comunicación institucional que existía hasta antes del 2018, cuando los presidentes informaban vagamente en eventos oficiales, o de forma reactiva cuando algo muy importante -generalmente algo malo- ocurría.
La lógica del actual gobierno es mantener el diálogo, pero sobre todo la rendición de cuentas, activa y permanente entre el Presidente, los medios de comunicación y la ciudadanía. En las mañaneras no solo se pregunta sobre temas coyunturales y se contrasta información, también hay periodistas independientes que recogen demandas e inquietudes de personas de todos los rincones del país, mismas que reciben
respuesta inmediata por parte de la autoridad correspondiente.
A pesar de esto, hay quien preferiría regresar a los tiempos de la opacidad en que la “versión oficial” no podía ser cuestionada ni discutida por la gente. O peor aún, cuando una minoría de académicos e intelectuales orgánicos tenían el monopolio de la opinión y las voces válidas.
Pero como dijo el Presidente, esto no refleja más que su intolerancia y su deseo de homogenizar el pensamiento. No podemos perder de vista todas las veces que en las mañaneras se han desmentido una serie de noticias falsas que en todas las ocasiones vienen de los intereses de la derecha y que naturalmente molestan a sus principales voceros. Hoy el Gobierno de México tiene ya cuatro años democratizando la información y comunicando al alcance de millones de personas que, desde el transporte público, el café internet o sus hogares, sintonizan las conferencias mañaneras. Tras décadas de secrecía y control estatal de la información que consumimos, las mañaneras son comunicación revolucionaria.