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Arreando al Elefante | Parias

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Ana María Vázquez 

Con la mirada perdida y casi sin atender a su pequeño de 4 años que llevaba sobre los hombros, Yorleni miraba el humilde altar que habían puesto para honrar a los muertos en la estación migratoria. Era una cárcel, pensó, había gente encerrada por más de dos meses cuando a ella la agarraron por pedir dinero, vio celdas de aislamiento y castigo y tuvo que pagar a un custodio para poder salir, (dinero que se acumulaba a las deudas que ya tenía); ella estuvo ahí, detenida y una compañera le contó que gracias a una guardia pudieron liberarlas antes que el incendio llegara hasta ellas.

Sus pensamientos volaron hasta la “línea”, en el grupo que gritaba “tenemos hambre, tenga misericordia”, suplicaban para pasar al “otro lado” pero fueron repelidos por balas de goma y gases lacrimógenos. Los habían engañado una vez más, dijeron que abrirían la frontera por el día del migrante, mintieron. Ya antes había intentado regresar a Venezuela, su infierno, pero en el consulado ni siquiera contestaban el teléfono. En ningún lado los quieren. Su pequeño abrazó su cabeza…tengo hambre, le dijo, yo también, respondió.

Desde hace 10 años los reportes del Diagnóstico del Instituto Nacional de Migración y el INSYDE, por el trato que reciben los migrantes en las estaciones migratorias han sido contundentes: corrupción, hacinamiento, abusos sexuales, carencia de protocolos de protección civil y más; desde el 2013, fecha del reporte todo se ha agudizado. Si bien el problema migratorio es complejo, la administración actual se comprometió desde el principio del sexenio a por lo menos mejorar las condiciones y libertades de las personas en tránsito, sin embargo, nada pasó. La política del presidente en derechos humanos no se ha respetado, y la corrupción imperante en esa y otras áreas no ha cedido por decreto.

Lo más triste es que los dos titulares del “convenio de participación” para el problema migrante, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard no se sienten en la misma mesa junto a Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana. Dando la cara se consigue la presidencia y no apostando al olvido o al rescate presidencial.

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