16 lecturas
Ana María Vázquez
Un artículo del New Yorker detalla el horror de las muertes por fentanilo en adolescentes, principalmente en Texas. El artículo se refiere al consumo en estudiantes de PRIMARIA Y SECUNDARIA y dice: “muchos creían que estaban tomando Xanax o Percocet” de enfermeras escolares que tienen el Narcán (un poderoso medicamento para revertir la sobredosis) al lado de la puerta, a mano para salvar la vida de algún niño
con sobredosis. Habla de traficantes de 10 años, de una niña de 11 con sobredosis.
Afirma que el fentanilo es trasladado por los mismos estadounidenses desde territorio mexicano. Los servicios de salud mental están saturados y con largas listas de espera. La seguridad social en Estados Unidos es cara y elitista por lo que los padres compran kits de prueba en la farmacia para detectar el fentanilo, mientras como medida urgente encierran a los niños en su cuarto con llave, los dejan sin celular y tienen lo que el reportaje llama “toque de queda”, para supervisar de cerca sus pasos y así alejarlos no de las drogas, sino de una sobredosis.
La ruptura social, el privilegiar el ser sobre el tener, la absoluta pobreza espiritual y un entorno familiar resquebrajado, sin valores, sin espíritu de comunidad. Todo eso y más tiene un nombre: neoliberalismo.
Es por ello por lo que una de las grandes y más criticadas propuestas del presidente han sido los abrazos, junto con la Cartilla Moral y, sobre todo, el rescate de nuestras raíces; nuestra historia y nuestro espíritu de comunidad tan fuerte y sólido constituyen un poderoso escudo para no caer en la brutal situación que hoy viven los Estados Unidos.
Está científicamente comprobado que un abrazo, refuerza el sistema inmunológico, aumenta la autoestima, retrasa el envejecimiento, remedia el insomnio, mejora la memoria, disminuye el estrés y aumenta la confianza mutua entre otras cosas. Mucho mejor que un analgésico opioide que en principio no deberían tomar menores. Abrazar, abrazarte, abrazar lo que eres y de donde provienes es, aunque se burlen los neoliberales, la gran medicina preventiva. Desde esta trinchera de letras, te envío un fuerte abrazo.