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Sebastián Ramírez Mendoza
La crisis de la escasez de agua por la sequía es un problema global cuyas consecuencias ya comenzamos a sentir en muchos aspectos de nuestro día a día. En este sentido, el Programa Ambiental y de Cambio Climático de la Ciudad de México busca reducir estos impactos en la vida de las y los capitalinos.
Ayer visitamos la Central de Abasto en Iztapalapa, en donde se está construyendo la planta fotovoltáica más grande del mundo en una ciudad y forma parte del programa Ciudad Solar anunciado
por la Jefa de Gobierno hace algunos años. Es interesante porque se trata de uno de los proyectos que trabaja el Gobierno de la Ciudad de la mano de la Comisión Federal de Electricidad. Se trata de casi 500 mil metros cuadrados en donde se están instalando paneles solares para abastecer de energía a 440 mil usuarios por día. Y esto, además de significar un ahorro de más de 73 millones de pesos, nos permitirá reducir en la Capital 12 mil 4 00 toneladas de bióxido de carbono al año, lo equivalente a todo el CO2 que 74 mil árboles captan en el transcurso de todo un año. Ver los avances que esta apuesta tan ambiciosa ha tenido es impresionante, si se aprecia desde arriba la histórica Central de Abasto, se pueden ver todos los paneles instalados y se planea que este mismo año quede terminada.
A pesar de que es suma mente importante la acción individual y las medidas que todas y todos asumamos para reducir nuestra huella de carbono, es tarea de los gobiernos también asumir responsabilidad y ocuparse en este tema, y la Ciudad de México cada vez presenta iniciativas más modernas e innovadoras encaminadas a combatir el cambio climático.
Lo que se está haciendo actualmente en la Central de Abasto es único en el mundo, y algo que debe llenarnos de orgullo es que se esté haciendo en conjunto con una empresa pública como la CFE que por tantos años fue saqueada y hoy vive uno de sus mejores momentos.