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Sebastián Ramírez Mendoza
Pocas veces en la historia un presidente en México había llegado a su cuarto año de gobierno con tan alto nivel de aprobación, pero, sobre todo, con tal respaldo popular. Este fin de semana cientos de miles nos encontramos en el Zócalo democrático para conmemorar los 85 años de la expropiación petrolera por la que el General Cárdenas luchó en 1938 y también para celebrar que hoy somos un país libre y soberano.
Desde hace varias semanas el Presidente López Obrador nos invitó y personas de todos los rincones del país atendieron la convocatoria. Desde el mediodía comenzaron a llegar los contingentes al Centro Histórico
entre consignas, bailes, trajes típicos de sus regiones, cantos y celebración, el ánimo que se sentía en el corazón político de México era inexplicable. Algunos marcharon desde el Ángel de la Independencia y otros puntos, otros se organizaron desde sus alcaldías para llegar juntos, y otros miles incluso viajaron en autobuses desde Nuevo León, Coahuila o Sonora sin importar las largas horas de camino, pero con el mismo
objetivo: venir juntos a celebrar a la enorme Fiesta por la Soberanía Nacional.
Es interesante cómo el ánimo en las cientas de movilizaciones que ha organizado nuestro Movimiento, ha cambiado. Hace algunos años marchábamos contra los fraudes electorales y la privatización de nuestros
recursos en resistencia pacífica y profunda indignación, con el tiempo nuestras demandas han cambiado, pero no nuestras causas y luchas. Lo que vivimos este sábado demostró que la esperanza sigue viva, y por más que la derecha quiera descalificarnos es algo que nunca podrán borrar.
Podrán hacer análisis tramposos y tendenciosos en todos los espacios que ocupan, pero nunca quitarle a la memoria colectiva las palabras que dijo esa tarde el Presidente y el momento histórico que estamos viviendo. Él lo dijo muy claro: la idea y la práctica de exaltar el humanismo mexicano es eléctrica y está llegando a la conciencia de millones de personas.
