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Sebastián Ramírez Mendoza
Este martes en Brooklyn, Nueva York, un jurado de doce personas encontró culpable a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad de Felipe Calderón, por todos los delitos que se le imputaron referentes a
delincuencia organizada, tráfico de cocaína y por mentir a la autoridad migratoria de ese país. Durante el juicio, una gran lista de testigos, en su mayoría de las filas de los grupos delincuenciales, narraron a detalle
cómo era la cooperación entre el Gobierno Federal y el Cártel de Sinaloa; desde cuánto dinero entregaron para sobornar medios de comunicación, hasta cuánto dinero entregaron para incorporar sicarios a las
filas de la AFI y la SIEDO con el objetivo de combatir a sus cárteles contrarios desde las instituciones de seguridad.
A pesar de que esto recién se dijo en una corte de justicia, los propios panistas lo sabían desde hace décadas. Recordemos la llamada telefónica filtrada en la que Josefina Vázquez Mota, a sabiendas de que Genaro García Luna intervenía los teléfonos de varios actores políticos, le manda saludos y afirma que no persiguió al Chapo. Ahora sabemos que no se trataba precisamente de una relación de cooperación, sino de algo más vertical, en donde el Gobierno de Felipe Calderón recibía órdenes directamente del Cártel de Joaquín, el Chapo, Guzmán.
Tenemos que dimensionar la gravedad de que durante los años que más horrores y violencia vivimos como país, quien gobernaba en realidad era el narcotráfico; y entendiendo esto, no podemos dejar de exigir a la dirigencia e integrantes del Partido Acción Nacional explicaciones para entender la medida de su participación con los grupos delincuenciales. Nunca van a poder reparar todo el dolor que le causaron a las
familias mexicanas, pero pueden empezar por darnos un poco de verdad.