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Jorge Gómez Naredo
Ayer, en la Corte de Nueva York, un jurado declaró culpable a Genaro García Luna de los cinco delitos que se le acusaba. En junio se le dictará sentencia, pero es muy probable que pase muchos años en la
cárcel.
El expresidente Felipe Calderón ha repetido que él no sabía nada de los vínculos de García Luna con el narcotráfico, que nunca se enteró, que ni le pasó por la mente que fuera parte del crimen organizado. La cuestión es que eso que dice Calderón es muy poco creíble. En su libro Decisiones difíciles, cuando explica por qué eligió a sus secretarios de Estado, en prácticamente todos los casos menciona que por eran sus
amigos, por tenerles confianza o porque le eran leales. Pero con García Luna no.
De él, dice Calderón, lo eligió porque “me convencía su conocimiento en la materia”. Y además, afirma que se decidió por el hoy preso en Nueva York porque trabajaba en el Cisen, y ésta era “la institución más estricta hasta entonces en el control de confianza del personal que en ella laboraba”.
¿De verdad Felipe Calderón decidió nombrar a Genaro García Luna porque “tenía conocimiento” y porque había hecho un examen de control de confianza? ¿De verdad ésas eran las cualidades para contratar a la persona que coordinaría la guerra contra el narco?
Es absurda esa justificación. Calderón eligió a García Luna porque eso era parte de un pacto entre el PAN y el Cártel de Sinaloa. Sí, es imposible que Calderón no supiera que su secretario de seguridad (su mano
derecha en la guerra contra el narco) era narco. De verdad, es imposible. No sólo García Luna es culpable de narcotráfico: también lo es Felipe Calderón, y el PAN.
