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Jorge Gómez Naredo
Los hizo enojar. Y mucho. Estallaron, y en realidad perdieron los estribos. Andrés Manuel López Obrador sabía que reaccionarían así, y lo disfrutó. Así es nuestro mandatario: cuando la derecha estalla, él sonríe. Goza. El motivo del enojo: la condecoración del Águila Azteca que el gobierno de México le otorgó a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de Cuba.
Las reacciones de la derecha fueron de risa: que Cuba es una dictadura y todos se mueren de hambre; que AMLO es comunista y socialista y lo peor; que nuestro país está financiado a Cuba; que los médicos cubanos que vienen a México son holgazanes y les quitan el trabajo a los mexicanos; que bla bla bla…
La derecha mexicana no soporta a la Cuba revolucionara. Pero, ¿por qué? Quizás la respuesta esté en esta frase que López Obrador señaló el sábado: “Cuba [es] el país que durante más de seis décadas ha hecho
valer su independencia políticamente enfrentando a los Estados Unidos. […]. Esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia, por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa misma razón debiera ser
declarada patrimonio de la humanidad.”.
Al final, la derecha mexicana no soporta ni la soberanía ni la dignidad ni la resistencia de los pueblos. Y no sólo la derecha radical, sino también ciertos “intelectuales” que se asumen como de “izquierda democrática”. Éstos hasta lanzaron un desplegado condenado la condecoración y afirmando que sólo ellos pueden autorizar a quienes se les debe dar una condecoración.
Todas estas reacciones, seguramente, le hicieron el día a AMLO. Y es que, como dice él, cada vez más personas se quitan las máscaras y se exhibe como lo que realmente son: conservadores disfrazados de progresistas.