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Antonio Attolini
El Metro de la Ciudad de México está bajo asedio. Demostrado ha quedado el sabotaje que ha sufrido el sistema de transporte masivo más grande
del país.
Eso que comenzó como una hipótesis descabellada se confirma a partir del análisis de las bitácoras de mantenimiento de los vagones que dan cuenta que hace poco más de una semana se habían revisado —de acuerdo al protocolo— y que misteriosamente se desprendieron hace unos días.
El mismo gobierno de la Ciudad de México lo consideró como “un hecho altamente atípico”. Yo lo llamo sabotaje.
Suena lógica una vez que la oposición ha intentado por todos los medios posibles descarrilar al gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum y no lo ha logrado, salvo con este tema. Requieren del caos, del espectáculo y del desorden que algo así genera para seguir lucrando con la enorme mentira de la negligencia en el mantenimiento, el abandono y la falta de inversión.
Nada de eso es verdad y demostrado ha quedado en las cifras de los últimos 3 años del presupuesto así como la renovación total de la Línea 1. Más de 40 mil mdp y lo que falta es la suma que alcanza el tamaño de la inversión.
Es temporada de zopilotes y de alcaldesas que se suben al metro solo para grabar videos —como Sandra Cuevas y Lía Limón—, como lo dijera Sebastián Ramírez, dirigente de Morena en la capital. Hay una estrategia de sabotaje efectiva y organizada.
El Gobierno de la Ciudad debe responder rápido, contundentemente y sin titubeos: alcanzar la plena seguridad del sistema es la principal prioridad de la administración de Claudia Sheinbaum en estos momentos. Confío en que lo logrará.