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Abraham Mendieta
Por ahora, el PRI consiguió ganar su primera batalla dentro de la alianza opositora: será el partido tricolor, quien definirá a los dos candidatos para las elecciones estatales de este año 2023, en los estados de Coahuila y Estado de México.
Por un lado, en el Estado de México, el PRI juega con su carta más tradicional: Alejandra Del Moral, una política de cuna priísta, cobijada y apoyada por los grupos políticos y empresariales más cercanos a Atlacomulco, o dicho, de otra manera, el peñismo de toda la vida, aunque con pocas posibilidades de tener competitividad electoral y en una contienda en la que se prevé alternancia tras casi 100 años de gobierno familiar.
Todo parece indicar que la elección del Estado de México será muy similar a la elección que ocurrió el pasado año en el Estado de Hidalgo, donde el PRI, a pesar de su altísima financiación y maquinaria de operación electoral, no consigue retener el bastión.
Por otro lado, en el estado de Coahuila, serán también las familias priístas de toda la vida, las que impongan a Manolo Jimenez, el Junior de todos ellos, como su candidato para la continuidad en el poder, maltratando nuevamente a Jericó Abramo Masso, al que volverán a dejar fuera de la contienda.
La baja presencia y competitividad del PAN en este estado hizo imposible que hubiera negociación de ningún tipo, a pesar de que en el EdoMex, el PAN tampoco pudo imponer a Vargas.
Quién sabe si el PRI logrará retener al menos uno de sus dos bastiones que fueron ininterrumpidamente gobernados por el tricolor durante un siglo: lo que queda claro es que el PAN ya está haciendo berrinche, cediendo para imponer al futuro candidato o candidata opositora a la jefatura de gobierno de la CDMX.