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Arreando al Elefante | AMLO y Biden vs. la oposición

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Ricardo Sevilla 

Como usted sabe, Joe Biden llegó a México. Y, como era de esperarse, la oposición, esa hidra venenosa y de mil cabezas, se lanzó contra AMLO. Usted ya los conoce, es su estado habitual: el ataque, la embestida, la agresión ante todo lo que huela a López Obrador y al a 4T.

Raymundo Riva Palacio, por ejemplo, no estuvo en la reunión entre AMLO y Biden. Pero eso no importa. Y no importa, porque Riva, sin estar ahí, sabe perfectamente lo que ahí ocurrió. ¿Y cómo sabemos que lo sabe? Porque él mismo se encargó de decirnos que lo sabe.

Este excolaborador de Salinas de Gortari tiene otros datos; datos desternillantes, datos curiosos: datos tontos y falsos. Este tipo, que ya no tiene fuentes confiables ni en el jardín de su casa, dice
que hay discordia en el gabinete, que el secretario
de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, entró
en abierta contradicción con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. ¿Y qué pruebas ofrece de sus inferencias? Ninguna, porque son eso: inferencias, conjeturas, suposiciones.

Usted ya sabe que el Riva tiene fuentes en Palacio Nacional. Porque este sujeto podrá no ser un periodista, pero es un especulador marca demonio.

Y el tipo, como ya es habitual en él, nos dice que posee información de “altas fuentes gubernamentales”: que le dijeron que la detención de Ovidio Guzmán no fue un acto soberano. ¿No lo fue? No, porque el imaginativo Riva así lo dice.

Pero no es sólo Riva Palacio el que desdeña los datos duros y se encoge de hombros ante la realidad. A este personaje, como a Loret de Mola, como a Pascal Beltrán, parece molestarles que la relación bilateral entre México y EU no sólo sea buena, sino que prospere. A estos personajes no les importa que AMLO haya informado qué fue lo que sucedió en la conversación privada con Biden. Ellos tienen otras teorías, otras deducciones, otras figuraciones. Ellos sospechan que hay gato encerrado, ellos barruntan que algo se trae el gobierno.

¿Y en qué se basan? En su intuición y en lo que dicen sus “altas fuentes gubernamentales”. Y justo por eso, estos seudoinformadores esconden las notas que importan a la población. Y, precisamente por eso, ya nadie les cree: ya nadie los lee.

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