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Ana María Vázquez
A raíz del accidente en la Línea 3 del Metro de la Ciudad de México, simpatizantes de un bando y otro de las llamadas “corcholatas” se han dado con todo en redes, unos culpando a la Jefa de Gobierno, doctora Claudia Sheinbaum, y otros responsabilizando al todavía canciller Marcelo Ebrard; insultos, descalificaciones y marcaje personal hasta por el más inocuo tuit, esto ha sido aprovechado por la oposición a través de redes de bots que azuzan a uno y otro bando a fin de encender más los ánimos.
Si bien hay cuentas que se destacan por su agresividad en todos los bandos y que Twitter es considerada la red más tóxica de las existentes, es triste ver cómo muchos militantes obradoristas
caen en las trampas de la provocación; lo peor
del caso es que no hay argumentos que sustenten
los diferendos entre claudistas y ebrardistas, solamente son los insultos y las vejaciones lo que permean de uno y otro lado, fomentados también
por golpeadores profesionales perfectamente identificados de uno y otro bando. Es por supuesto natural que los simpatizantes de la Jefa de gobierno salgan a defenderla ante las acusaciones que le han llovido por el incidente del Metro, sin embargo,
habría que recordar algunas cosas: la derecha
lo que busca y fomenta es la división, ya que eso permite eventualmente debilitar el proyecto de
la 4T; el espíritu del proyecto de transformación
del Presidente nos ha mostrado en innumerables ocasiones que la guerra, la violencia y los insultos no son el camino, defender una postura con argumentos sería lo conveniente. a estrategia ha sido siempre la revolución de las conciencias y sí, la ya muy famosa frase “abrazos no balazos”, ante tanta agresión mostrada, ¿no se está traicionando el espíritu del movimiento que llevó al Presidente al lugar en el que está?
¿No hemos sido testigos del cambio propiciado
y la respuesta presidencial ante las agresiones que día tras día recibe a través de los grandes medios como el Reforma? Esos chispazos no solamente dañan a quien lo escribe, fundamentalmente dañan a un movimiento que costó sangre y muchos años de aguantar corrupción, venta de nuestro territorio y la debacle del país.
No arriesgar la estabilidad del movimiento debería ser la prioridad independientemente de cuál sea nuestro favorito o favorita. Al final, lo que importa es la 4T, un PROCESO que no ha concluido, sino que apenas inicia.